Oración Comunitaria 18/03/2004
Orar en tiempos de increencia
57.- Hay que hacer oración. No sólo hablar de oración. Hay que hacer oración con convicción y deseos renovados de buscar a Dios en estos tiempos en que su presencia parece ocultarse más que nunca. Es precisamente en la oración donde puede crecer y reafirmarse nuestra fe tratando con Dios de nuestros miedos, dudas e inseguridades.
Cuando Dios se oculta
58.-El clima de secularización e indiferencia parece eclipsar hoy la presencia de Dios. El creyente siente hoy el desafío inquietante e interpelador: ¿dónde está tu Dios? (Sal 42 (41), 4). La falta de eco social de lo religioso parece debilitar la firmeza de la fe en el interior de las conciencias. El clima social de increencia afecta o condiciona con frecuencia la forma de creer de no pocos, erosionando la seguridad de su adhesión o haciendo vacilar su aprecio de la presencia de Dios en sus vidas.
¿Cómo orar cuando todo parece imponer un denso silencio de Dios? Este silencio puede ser escuchado como una invitación a buscarlo con más deseo y verdad. ¿Adónde te escondiste? es el grito del creyente. Es el momento de revisar imágenes falsas de Dios, purificando nuestra pretensión de entenderlo, explicarlo y dominarlo. Es la hora de perseverar en la oración sufriendo su ausencia, echando en falta su presencia viva, despertando la fe desnuda: ¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche! (San Juan de la Cruz
Así dice el Señor:
¡Maldito quien confía en un hombre y busca su apoyo en la carne,
apartando su corazón del Señor!
Será cardo estepario que no llegará a ver la lluvia,
habitará un desierto abrasado, tierra salobre e inhóspita.
¡Bendito quien confía en el Señor y busca en él su apoyo!
Será un árbol plantado junto al agua,
arraigado junto a la corriente; cuando llegue el bochorno,
no temerá , su follaje seguirá verde,
en año de sequía no se asusta, no deja de dar fruto.
Nada más falso y enconado en el corazón: ¿quién lo entenderá?
Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas,
para pagar al hombre su conducta, lo que merecen sus obras
El 80% de los españoles se define como católico, pero más de la mitad de ellos no pisa la iglesia o lo hace unas pocas veces a lo largo del año. Y el futuro no se presenta halagüeño para la Iglesia: el último estudio de la Fundación Santa María (Jóvenes 2000 y religión) recoge que un 57% de los jóvenes de entre 13 y 24 años no acude prácticamente nunca a misa, si se hace excepción de ocasiones especiales como bodas o funerales. Uno de los países oficialmente más católicos del planeta hace apenas tres décadas parece encaminado a dejar de serlo. El Catolicismo declina en Europa occidental y ni España son ya reserva espiritual de nada.
¿Cómo se explica el creciente desapego hacia una institución tan profundamente enraizada en la historia y la cultura del país? El fortísimo proceso de secularización habido en España e iniciado una década más tarde que en Europa es la primera causa que apuntan los especialistas consultados por este diario. Víctor Cortizo, responsable de Pastoral de Juventud de la Conferencia Episcopal Española, añade también un cambio profundo de valores que ha ocasionado que «cuanto no tenga rentabilidad inmediata sea secundario».
La socialización religiosa ya no se da en las familias ni en la escuela. El resultado de ese proceso es que en algunas zonas «no quedan casi curas, ni laicos.
Pero al margen de la familia y la escuela, parece que entre los españoles y la Iglesia se va alzando un muro en el que también esta última pone no pocos ladrillos. «Su lenguaje no llega, y su conservadurismo la hace aparecer, sobre todo a ojos de los jóvenes, como una instancia que dicta normas. En ese sentido, su rigidez en lo relativo a asuntos como la sexualidad y opiniones como una reciente que vinculaba los malos tratos domésticos con la liberación sexual contribuyen a alejarla cada vez más de los jóvenes.
«Estamos asistiendo al declinar del Católisismo en Europa», dice Rafael Aguirre, catedrático de Teología. Y las consecuencias no son fáciles de prever. En lo más fácilmente medible, ya se notan: en los tres últimos años, el porcentaje de españoles que aporta el 0,5% de su Impuesto sobre la Renta a la Iglesia ha caído de forma dramática. Las arcas de la Iglesia española no lo notan, porque el Estado compensa la diferencia hasta una cantidad fija, pero el aumento de la dependencia respecto del Presupuesto es algo que no gusta a nadie, ni en la jerarquía ni en las bases. El otro capítulo importante de ingresos, la colecta en las parroquias, parece haberse resentido más por el efecto euro.
Entre la jerarquía eclesial hay preocupación por el futuro, aunque es mayor cuanto más alejado se está de la cúpula, según ha comprobado este periódico. Para Víctor Cortizo, por ejemplo, «la práctica religiosa se está ajustando. Ahora, la gente, si no lo siente, no va a misa. Y en cuanto a los jóvenes, tenemos menos, pero de mayores convicciones. Optamos más por la calidad que por la cantidad, así que no hay sensación de derrotismo. Somos una masa fuerte y coherente», subraya.