Oración Comunitaria 19/03/2015
Entrada:
Señor, una semana más no encontramos ante Tí, Tú que eres PADRE por encima
de todo, para que nos renueves por dentro con espíritu firme, nos des un
corazón sano, nos devuelvas la alegría de la salvación. En estos días de
Cuaresma debemos buscar la tranquilidad y el detenimiento para caer en la
cuenta de los signos de tu amor, las pruebas de tu perdón y misericordia. Así
será más fácil convertirnos a tu amor y cambiar nuestra manera de pensar.
Con Francisco comenzamos diciendo: “Oh alto…”
Salmo 85:
Inclina tu oído, Señor,
escúchame,
que soy un pobre desamparado ;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo ;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día ;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor ;
bendecirán tu nombre :
« Grande eres tú, y haces maravillas ;
tú eres el único Dios. »
Noticia:
Niños por nacer y ancianos. La batalla
por la defensa del derecho a la vida se libra tanto en un extremo como en el
otro, según lo entiende el Papa, que continuamente alude a ambos aspectos.
Francisco al reflexionar sobre los abuelos y ancianos hace un planteamiento en
positivo, centrado en la importante misión de las personas mayores en la
sociedad y en la Iglesia, después de haber arremetido, la pasada semana, contra
la marginación de los ancianos en Occidente. Vivimos en «una sociedad
programada sobre la eficacia», que tiende a «ignorar la vejez, como si fuera
una enfermedad», dijo. La Iglesia debe revelarse contra esta cultura, añadió el
Papa, quien habló, desde su experiencia personal, sobre casos de abandono de
personas mayores por parte de sus hijos. «Esto se llama pecado mortal, ¿se
entiende?» Y añadió: «Donde no hay honor para los ancianos, no hay futuro para
los jóvenes». Y «una sociedad en donde no hay lugar para los ancianos lleva
consigo el virus de la muerte».
El Papa volvió a insistir, en este
asunto, al recibir a los miembros de la Academia Pontifica para la Vida, reunidos
en Asamblea Plenaria, centrada en los cuidados paliativos y la asistencia al
anciano. «Un Estado no puede pensar en obtener beneficio económico de la
Medicina», dijo Francisco, quien denunció que los sistemas sanitarios prestan
«cada vez menos atención» a las personas mayores. Frente a ello, el Pontífice
reivindicó el papel de los sanitarios especializados en paliativos, un tipo de
Medicina «que no posee menos valor por el hecho de no salvar la vida. Los
paliativos –explicó– hacen algo igualmente importante: valorizan a la persona».
Pese a ello, Francisco subrayó que «los ancianos necesitan, en primer lugar,
los cuidados de los familiares, cuyo afecto no pueden sustituir las estructuras
más eficientes, o los agentes sanitarios más competentes y caritativos».
Del santo
Evangelio según san Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo,
designó el Señor otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí,
a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: La mies es
mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros
a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis
bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa
en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa." Y si hubiere allí
un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el
obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis
y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y
decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros.”
Salida:
Felices quienes cierran
la puerta a los agoreros, a la tristeza y al desencanto, y abren todas las
ventanas de su casa al sol de la ilusión, del encanto, de la belleza, de la
solidaridad.
Felices quienes emplean
sus manos, su mente, sus pies en el servicio gozoso de los demás, quienes
más allá de todas las crisis, mantienen, ofrecen y practican la esperanza de la
resurrección a todos los desvalidos, marginados y oprimidos del mundo. Entonces
sí que habrá brotado la flor de la Pascua al final de un gozoso sendero
cuaresmal.
Terminamos diciendo: “Te adoramos ...”