Oración Comunitaria 15/01/2015
ESCUELA DE
ORACIÓN: ORAMOS CON LOS SALMOS.
Creados por los creyentes de Israel, con ellos han
orado Jesús y María, los apóstoles, millones de creyentes a lo largo de siglos.
Hay salmos para todo: para cantar y alabar
Dios, para llorar, protestar y acusar, para pedir, para confiar, para
dar gracias, para aprender sobre la vida… San Agustín nos sugiere un modo
sencillo de orar con ellos: si el salmo canta, tú canta; si gime, tú gime; si
protesta, tú protesta; si confía, tú confía… Los salmos nos ayudan a orar desde
una vida en que nos pasa de todo; reflejan la vida real con sus mil situaciones
y problemas; y encarnan el corazón humano con sus mil sentimientos, ¡Tan
variados, tan contradictorios, tan humanos! Los salmos te ayudan a dar
expresión creyente y orante a esas situaciones, experiencias, sentimientos de
toda clase. Nos enseñan a convertir todo en contenido de comunicación con Dios.
Rezar con ellos consiste en “apropiártelos”,
“digerirlos” hasta hacerlos tuyos. No los “reces o recites” de corridilla;
¡óralos, saboréalos, dando tiempo a que tus labios pasen a tu corazón! “Tu
mente concuerde con tus palabras”, decía San Benito a sus monjes: tómalos de
modo que tu corazón llegue a sintonizar con lo que vas diciendo.
Hoy, oramos rememorando la “Jornada Mundial del
Emigrante y del Refugiado”, bajo el lema “Iglesia sin fronteras, Madre de
Todos”, en sintonía con la Iglesia Universal de Jesús, en la que todos somos
hermanos y en la que Dios nos llama a cuidar del pequeño.
Con Francisco comenzamos diciendo: Oh Alto y Glorioso Dios.
SALMO 71:
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
NOTICIA: De la pesadilla a la cocina
Son casi las dos de la tarde de un jueves luminoso, y los primeros clientes empiezan a asomar por el estrecho camino ajardinado que conduce a Sacha, un restaurante de la zona norte de Madrid que parece un bistrot parisino, apreciado por su recoleta terraza y muy del gusto de aquellos que no se sientan a comer en cualquier sitio. En la puerta, Abdoulaye Qulibally, un larguirucho chico de Malí de 27 años, ayudante de cocina, se encoge como si quisiera pasar inadvertido. “Trabajar aquí me ha cambiado la vida”, admite. “He entendido lo importante que es ayudar a los demás”.
Abdoulaye entró allí hace dos años, sin experiencia; el chef Sacha Hormaechea creó un puesto de trabajo para él. Ahora forma parte del equipo de postres del local. Abdoulaye (o Abdou, como le llaman sus compañeros) es parco en palabras, pero sonriente y de mirada pícara. Sacha lo trata como si le tuviera afecto pero intentara disimularlo. “Ya cocina bien”, dice Sacha con orgullo contenido. “Las filloas, uno de nuestros postres clásicos, las hace él y las hace bien”.
Es difícil imaginar qué esperaba encontrar Abdou en España mientras se dirigía hacia nuestras costas en patera, hace seis años, huyendo de la pobreza y la marginación a la que le abocaban el color de su piel y su pelo (es negro albino), pero seguramente no tenía mucho que ver con el glamour de la alta cocina. Probablemente los cocineros estrella tampoco sospechaban que podrían llegar a acoger a inmigrantes sin papeles. Lo han hecho posible los responsables de la Fundación Raíces, gracias a cuyo programa Cocina conciencia una veintena de prestigiosos chefs del país han contratado a cerca de 70 chicos y chicas, la mayoría inmigrantes, sin referentes adultos y en situación de exclusión social. La idea no es solo darles trabajo: es integrarlos en la sociedad, enseñarles un oficio, y brindarles una persona de apoyo; un sustituto de la figura paterna que quedó al otro lado del mar. Casi todos ellos, como Abdou, sueñan con seguir los pasos de sus mentores. “Lo primero que le dije”, recuerda Sacha, “es que si aprovechaba todo lo que da esta profesión, podría trabajar de cocinero en cualquier lugar del mundo”.
Evangelio: Mt 25,31-40
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como apartar el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me acogisteis; estuve desnudo y me cubristeis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te cubrimos? ¿O cuando te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Peticiones y Acción de Gracias
Padre Nuestro
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