Oración Comunitaria 08/01/2015
Oración comunitaria, jueves 8 de enero de 2015
Monición
inicial:
Queridos hermanos Paz y Bien. Nos reunimos
ante el Señor, que ha nacido y quiere seguir naciendo en nuestras vidas. Él nos
abre sus brazos y así nos presentamos ante Él, con los brazos bien abiertos
para acogerlo, para descubrirlo en tantas situaciones de nuestro mundo, para
corresponder a ese amor incondicional que Él nos da. Estamos comenzando un año
nuevo y una nueva etapa dentro ya de la nueva provincia franciscana de la
Inmaculada Concepción. Se nos brinda una nueva oportunidad de tomarnos en serio
el encargo del Señor de amarnos unos a otros como Él nos ha amado. El pasado
día 1 la Iglesia celebraba la jornada mundial de oración por la Paz. Seguimos
rodeados de situaciones de violencia, de injusticia, de marginación, que
comprometen la paz del mundo. Abramos bien los oídos del corazón para escuchar
al Señor. Tiene muchas cosas que decirnos. Ahora es el tiempo oportuno para
escucharlo y ponernos manos a la obra para ser sus manos, sus pies, para hacer
su voluntad.
Con Francisco decimos: Oh Alto y glorioso Dios.
Salmo: Sal
71,1-2.14.15bc.17: Se postrarán ante ti, Señor,
todos los pueblos de la tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus
humildes con rectitud.
Él rescatará sus vidas de la
violencia, su sangre será preciosa a sus ojos. Que recen por él continuamente y
lo bendigan todo el día. Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo
proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Canto: Laudate omnes gentes, laudate Dominum
Noticia:
Jornada mundial de la Paz. La esclavitud .
La esclavitud no ha terminado. A
inicios del año 2015 el mundo sigue siendo testigo de personas humanas que
dominan a su antojo y capricho a hombres, mujeres y niños, denuncia el Papa
Francisco en el mensaje que ha escrito para la Jornada Mundial de la Paz, el 1 de
enero de 2015.
Si bien la esclavitud hoy día ya no es reconocida legalmente, el pontífice denuncia
los actuales rostros de la esclavitud en las sociedades del siglo XXI.
1. El primer rostro de la esclavitud,
según el Papa, son los “trabajadores
y trabajadoras, incluso menores, oprimidos de manera formal o
informal en todos los sectores, desde el trabajo doméstico
al de la agricultura, de la industria manufacturera a la minería, tanto en los
países donde la legislación laboral no cumple con las mínimas normas y
estándares internacionales, como, aunque de manera ilegal, en aquellos cuya
legislación protege a los trabajadores”.
2. En segundo lugar, al denunciar las
nuevas formas de esclavitud, Francisco piensa “en las condiciones de vida de
muchos emigrantes que,
en su dramático viaje, sufren el hambre, se ven privados de la libertad,
despojados de sus bienes o de los que se abusa física y sexualmente. En
aquellos que, una vez llegados a su destino después de un viaje durísimo y con
miedo e inseguridad, son detenidos en condiciones a veces inhumanas. Pienso en
los que se ven obligados a la clandestinidad por diferentes motivos sociales,
políticos y económicos, y en aquellos que, con el fin de permanecer dentro de
la ley, aceptan vivir y trabajar en condiciones inadmisibles, sobre todo cuando
las legislaciones nacionales crean o permiten una dependencia estructural del
trabajador emigrado con respecto al empleador, como por ejemplo cuando se
condiciona la legalidad de la estancia al contrato de trabajo… Sí, pienso en el
‘trabajo esclavo’”.
3. En tercer lugar, el Papa piensa “en
las personas
obligadas a ejercer la prostitución, entre las que hay muchos
menores, y en los esclavos y esclavas sexuales; en las mujeres obligadas a
casarse, en aquellas que son vendidas con vistas al matrimonio o en las
entregadas en sucesión, a un familiar después de la muerte de su marido, sin
tener el derecho de dar o no su consentimiento”.
4. Hablando de las actuales formas de
esclavitud, el obispo de Roma piensa “en los niños y adultos que son víctimas del tráfico y
comercialización para la extracción de órganos, para ser reclutados
como soldados, para la mendicidad, para actividades ilegales como la producción
o venta de drogas, o para formas encubiertas de adopción internacional”.
5. Por último, Francisco piensa “en
todos los secuestrados y
encerrados en cautividad por grupos terroristas, puestos a su servicio como
combatientes o, sobre todo las niñas y mujeres, como esclavas sexuales. Muchos
de ellos desaparecen, otros son vendidos varias veces, torturados, mutilados o
asesinados”.
Evangelio: Lc 4,14-22a: Hoy se cumple esta Escritura.
Jesús volvió a Galilea con la fuerza
del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las
sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en
la sinagoga como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la
lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró
el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los
pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió
al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él
se puso a decirles:
- «Hoy se cumple esta Escritura que
acabáis de oír.»
Y todos le expresaban su aprobación
y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Oración
de los fieles:
Padre nuestro
Oración
final
Señor, luz radiante de todas las naciones,
concede a los pueblos de la tierra gozar de una paz estable, e ilumina nuestros
corazones con aquella luz espléndida que condujo a nuestros padres al
conocimiento de tu Hijo. Haznos testigos de tu presencia entre nosotros. Que se
note que somos discípulos tuyos por la forma en que nos amamos. El ejemplo de
María nos guía en el día a día. Con María Inmaculada cantamos y recitamos:
Proclama mi alma la grandeza del Señor
Canto: Magnificat