Oración Comunitaria 13/03/2003
Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo. Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas. Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.
Un cristiano agradecido no puede sino daros mil gracias de todo corazón por vuestra entrega. Un alma, mi alma, muchas almas serán atendidas mañana por vosotros ya sacerdotes. ¿ Qué sería de nuestra vida de no haber tenido tantas veces un sacerdote cercano? En la vida de tantos nosotros fue de gran importancia aquella eucaristía, consulta, aquel consejo, aquella confesión, tanto que se borró nuestra angustia y se clarificó nuestra conciencia; por no hablar de aquellas enseñanzas que dejaron en nosotros huellas espirituales indelebles. El Día del Seminario -como otras muchas conmemoraciones que sólo se celebran una vez al año- es en realidad, todos los días. Sí, todos elevamos, con humildad nuestro clamor a Dios por las vocaciones. Hermosísimo regalo que sólo Él nos puede donar; más precioso aún, si cabe, por escaso. El Día del seminario es una ocasión excelente para homenajear también a esos padres , seno fértil familiar, donde se fraguan los seminaristas, por la fe recibida de sus mayores. El primer seminario es vuestra generosa familia, lugar donde, con exquisita libertad, vuestros hijos decidieron un día hacerse sacerdotes, y dónde tal decisión se respetó y hasta os alegrasteis porque queríais lo mejor para vuestro hijo. A vosotros, seminaristas, tan perplejos supongo que, sin ningún mérito por vuestra parte, Dios se haya fijado en vosotros: chicos tan actuales, tan normales como vuestros amigos, que mañana seréis sacerdotes, vaya nuestra oración. Dios os quiere para nosotros. La sociedad -más aún, la humanidad- espera de vosotros tantas cosas... Ministros de Dios, hombres, amigos, consejeros, confesores, pastores, humanistas, teólogos.... Otros Cristos. "Mirad que os envío-os dice Jesús- como vejas entre lobos". Pero no os importe, porque Dios está con vosotros. Jesús Espínola Carrascal Carta enviada a: Alfa y Omega 13-3-2003
- Nuevo testamento: Mt 7,7-12
«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al llama, se le abrirá.¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.