Oración Comunitaria 28/11/2013
ESCUELA DE ORACIÓN
La oración no es un analgésico destinado a protegernos de la vida. Es muchas veces parte del problema de la vida. Un día, sencillamente, no nos apetece orar, al día siguiente oramos, pero no cambia nada, las cosas no suceden como nosotros queremos. Tratamos de orar pero estamos demasiado distraídos por los problemas que nos ocupan como para que la calma nos serene o nos conforte la sensación de la presencia de Dios.
Entonces, un día reconocemos ante nosotros mismos la realidad del desánimo del espíritu: no hemos tenido sensación de presencia de Dios desde hace mucho tiempo... Nos limitamos a levantarnos y a seguir con la rutina, que al principio estaba viva y llena de posibilidades y promesas; pero ahora es, simplemente, más de lo mismo.
¿Así que se ha
acabado? ¿fue alguna vez real? Cuando alcanzo ese punto en mi vida de oración,
aún hay una actitud por desarrollar, una cosa que falta en mi noción de la
oración: la presencia de la ausencia no es la ausencia de presencia. El mero hecho
de que yo no perciba la presencia de Dios no significa que Dios esté ausente,
sino únicamente que en la oración lo importante ya no soy yo, sino ser lo que
ahora sé que Dios pretende que yo sea.
De hecho, la
ausencia es tanto una prueba de unión, que se expresa diciendo “te echo de
menos”, como un miedo a la distancia, que se expresa diciendo “ya no me
quieres”. Es el desafío de aprender a confiar en la oscuridad, así como en la
luz. Cuando me siento perdido, se me hace recordar que Dios sabe exactamente
dónde estoy. Cuando me siento abandonado, se me desafía a recordar que Dios es
energía, no solaz. Cuando pido pruebas del Espíritu, se me enseña a no
aferrarme a la presencia, sino a llevar esa presencia a los demás. Cuando
suceden todas esas cosas, he aprendido finalmente a orar.
Comencemos
juntos nuestra oración, dirigiéndonos a nuestro Padre como lo hacía Francisco: “Oh alto y glorioso Dios…”
Canto: “Nada te turbe”
SALMO 119, 33-41
Señor, enséñame el camino de tus preceptos,
que los quiero seguir hasta el final.
Dame entendimiento para guardar tu enseñanza;
¡quiero obedecerla de todo corazón!
Guiáme por el camino de tus mandamientos,
pues en él está mi felicidad.
Inclina mi corazón
hacia tu testimonio
y no hacia la ganancia.
No dejes que me fije en falsos dioses;
¡dame vida para seguir tu camino!
Confirma a este siervo tuyo
las promesas que haces a los que te honran.
Aleja de mí la ofensa que temo,
pues tus juicios son para mi bien.
Yo he deseado tus preceptos;
¡dame vida, pues tú eres justo!
Que vengan a mi, Señor, tu amor y tu salvación, tal como has prometido
Canto: “Confío en ti”
NOTICIA
El número de personas infectadas por el VIH ha descendido más de un 33% desde el año 2001, un dato que, a juicio de Michel Sidibé, Director Ejecutivo del ONUSIDA , resulta más que esperanzador
Según el informe de ONUSIDA, el pasado año se
infectaron por el virus 3 millones de
personas, frente a los 3,4 millones en 2001. Además, se constata que las
nuevas infecciones por el VIH entre adultos y adolescentes disminuyeron en un
50 % o más en 26 países entre 2001 y 2012; otro dato muy positive es que las
nuevas infecciones por el VIH entre los niños han disminuido casi en un 52 %
desde 2001. Aún así, las cifras
siguen siendo todavía muy elevadas: en términos absolutos, ONUSIDA calcula que
en el mundo viven hoy día 35,3 millones
con el virus del sida. También se
observa que las muertes por SIDA han disminuido un 30% desde 2005.
ONUSIDA también destaca que en 2012 cerca de 9,7 millones de personas que viven con el VIH
tenían acceso a la terapia antirretroviral en países de bajos y medianos
ingresos, lo que representa el 61% de personas que deberían recibir
terapia. Sin embargo, algunos pueden ver este dato como insuficiente y lejos
del acceso universal contemplado en los Objetivos de Desarrollo del
Milenio 2015.
Para Sidibé, el progreso es evidente gracias a los avances científicos y a la capacidad de liderazgo. «La combinación de estos factores significa que las personas que viven con el VIH pueden tener una vida larga y saludable, proteger a sus parejas de la infección por el virus y mantener a sus hijos libres del VIH».
Determinar cuál es el fin del sida podría parecer es compleja, afirma. «El fin de la epidemia significará cero nuevas infecciones por el VIH, cero personas que mueren por sida y que las personas que viven con el VIH lo hagan dignidad y sin temor a la discriminación». Sin embargo, advierte que todavía actualmente hay que trabajar contra el estigma , la negación
y la complacencia. Para luchar contra ellos, subraya, «debemos unir nuestros corazones y nuestras voces: juntos somos más fuertes».
Canto: “Sigue habiendo”
EVANGELIO Lc 6, 43 -45
No hay árbol bueno que dé mal fruto ni árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto: no se recogen higos de los espinos ni se sacan uvas de las zarzas. El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que rebosa el corazón, habla la boca.
Canto: “Ven, Espíritu de Dios”
PETICIONES Y ACCIONES DE GRACIAS
PADRE NUESTRO
SALIDA
Mantén Señor vivo
nuestro espíritu, que se vaya acercando más a ti cada día. Danos un corazón
bueno, humilde y capaz de entregarse por completo a los demás.
Terminamos diciendo: “Te adoramos Señor Jesucristo…”