Oración Comunitaria 09/01/2014
ORACIÓN COMUNITARIA 9 DE
ENERO 2014
ESCUELA DE ORACIÓN: APERTURA
San
francisco decía: “cuando oramos a Dios, no debemos pedir nada de nada.”
La
persona que ora verdaderamente, la persona adulta en los caminos del Espíritu,
no ora por conseguir cosas. La persona
de fe madura ora únicamente para hacerse como Aquel que nos lleva a la plenitud
de Dios. Oramos para parecernos más a Jesús, para estar cada vez más inmersos
en Dios a medida que pasa el tiempo. En la oración vamos, simplemente, a
conocer a Dios en la pequeña medida en que podemos, a fin de poder asemejarnos
más al Dios a quien buscamos.
Ponernos
en disposición de sentir al Dios-vida que está en nuestro interior, sentarnos
en silencio y permitir que el alma se alimente bajo el impulso del Espíritu es
crecer en sabiduría, edad y gracia. Esto nos eleva por encima del tumulto del
mundo que nos rodea; profundiza nuestra inteligencia de lo que es vivir a la
vista de Dios; nos aproxima a ver el rostro de Dios cara a cara, corazón a
corazón, mente a mente.
No
oramos para persuadir a Dios de crear el mundo de acuerdo con nuestros
designios y gustos personales, si no
para aprender a vivir bien en la vida y el mundo que tenemos.
Una
vida de oración no es un ejercicio de atletismo espiritual. No oramos cada día
meramente para probarnos a nosotros mismos que podemos hacerlo, sino para
volvernos más humildes ante el Dios que nos hizo y tener mayor confianza en que
el Dios que nos hizo nos sostendrá en nuestras limitaciones. Oramos para
hacernos como Aquel cuya vida vive en nosotros.
Con Francisco comenzamos diciendo: ¡Oh Alto y
Glorioso Dios…!
JEREMÍAS 1,4-8
El
Señor se dirigió a mí y me dijo: “Antes de darte la vida, ya te había
yo escogido; antes que nacieras, ya te había apartado y te había destinado a
ser profeta de las naciones.” Yo contesté: “¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven
y no sé hablar!” Pero el Señor me dijo: “No digas que eres muy joven. Tú
irás a donde yo te mande y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de
nadie, pues yo estaré contigo para protegerte.
Yo,
el Señor, doy mi palabra.”
NOTICIA: Los muros
exquisitos
Tenía
que ser Berlín donde se derribara el muro de la hipocresía, y, por fin, me
imagino que debido a la intensa demanda, se ha abierto una tienda de
delicatessen exclusivamente dedicada a los perros exquisitos, donde los dueños
podrán adquirir para sus canes un kilo de ternera al módico precio de sesenta
euros. Me extraña que haya tantos alemanes escandalizados, precisamente en
estos días, en los que para celebrar el nacimiento de un niño al que su madre
tuvo que parir en una cuadra hay decenas de personas que se han comprado un
kilo de angulas a seiscientos euros los mil gramos, con lo que un amante de los
perros podría haber adquirido diez kilos de excelente carne perruna en esa
tienda de Berlín.
Cuentan
que Muamar el Gadafi, durante su estancia en Dorset, tuvo unos días de
vacaciones y visitó un casino, y allí presenció cómo un jeque árabe gastaba
inmensas cantidades de dinero de una forma tan pródiga y groseramente
derrochadora que el alma revolucionaria de Gadafi se reforzó para luchar contra
el lujo del que luego se rodearía.
Que
nadie tire la primera piedra, porque todos somos extravagantes a los ojos de
ese Tercer Mundo en el que malvive una persona con un euro al día, y no concibe
que alguien pueda gastarse la subsistencia de tres o cuatro años en el alquiler
de una suite en un hotel. Bastaría hacer un inventario superficial sobre los
gastos superfluos que hemos llevado a cabo en las dos últimas semanas para que
suceda alguna de estas tres cosas: a) sentirnos ridículos; b) avergonzarnos; o
c) aceptar que haya perros exquisitos a los cuales para proporcionarles una
salchicha especial sus dueños tengan que desembolsar veinte euros. Al fin y al
cabo, desprenderse de veinte euros tampoco es un derroche, porque la
irracionalidad en el consumo no es algo extraordinario, sino que forma parte
intrínseca de eso que llamamos libre mercado, y si hay demanda de dueños de
canes ávidos de comida exquisita parece una consecuencia lógica que surja la
oferta. Ya que hablamos de comida, recordemos que vivimos en un mundo donde,
mientras en unas tribus apenas pueden alimentarse, en otras sus indígenas han
de acudir al gimnasio para intentar quitarse la grasa acumulada por el exceso
de comida, incluidas las delicatessen para humanos.
EVANGELIO: LUCAS
15,11-20
Contó Jesús esta otra parábola: “Un hombre tenía dos hijos. El más joven le dijo: ‘Padre, dame la parte de la
herencia que me corresponde.’ Y el padre repartió los bienes entre ellos. Pocos días después, el hijo menor vendió su parte y se marchó lejos, a otro país, donde todo lo derrochó
viviendo de manera desenfrenada. Cuando ya no le quedaba
nada, vino sobre aquella tierra una época de hambre terrible y él comenzó a
pasar necesidad. Fue a pedirle trabajo a
uno del lugar, que le mandó a sus campos a cuidar cerdos. Y él deseaba
llenar el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las
daba. Al fin se puso a pensar: ‘¡Cuántos trabajadores en la
casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras que aquí yo me muero de
hambre! Volveré a la casa de mi padre y le diré: Padre, he pecado contra
Dios y contra ti, y ya no merezco llamarme
tu hijo: trátame como a uno de tus trabajadores.’ Así que se puso en camino y regresó a casa de su
padre.
“Todavía estaba lejos, cuando su padre le vio; y sintiendo compasión de él
corrió a su encuentro y le recibió con abrazos y besos”
ORACIÓN COMPARTIDA
PADRENUESTRO
SALIDA
Señor, tú estás siempre en mí y yo
lo olvido. Tú estás en mi corazón y yo
te busco en otro lado. Cuando estoy lejos de ti, tú me esperas. Y ahora me
atrevo a decirte: Señor, tú eres mi vida.
Con Francisco terminamos este encuentro orante diciendo: “ Te adoramos…”