Oración Comunitaria 16/05/2013
Escuela de Oración.
Lectura A.T.: Salmo 84.
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón».
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Noticia: La misión en la Iglesia.
Cuando Francisco Javier se despidió de su madre a los 19 años ambos sabían que no se volverían a ver. El jesuita navarro, compañero de San Ignacio de Loyola y cofundador de la Compañía de Jesús, moriría en la otra punta del mundo, en la isla de Sancián, frente a la costa de China, a los 46 años. Había recorrido nada menos que 100.000 kilómetros -algo así como dar dos vueltas y media a la Tierra- anunciando el Evangelio por el Lejano Oriente.
Tal fue su pasión por llevar la fe a los sencillos que fue el primer misionero en poner pie en Japón en 1549. «Si no encuentro una barca, iré nadando», solía decir Francisco Javier. Su celo no conocía descansos. De hecho encontró la muerte en 1552 en una isla prácticamente deshabitada a la espera de una embarcación que lo llevara a China. Su labor en favor de la propagación de la fe le valió el reconocimiento del Papa Pío XI, quien lo proclamó Patrono Universal de las Misiones en 1927, después de haber sido canonizado por Gregorio XVI en 1622.
Casi cinco siglos después, 14.000 misioneros españoles siguen las huellas de aquel primer jesuita navarro, que encandiló a medio mundo «por su corazón grande y su alma noble». «Los misioneros siguen siendo la mejor expresión de la universalidad y la solidaridad de la Iglesia», comenta el padre Anastasio Gil, el sacerdote que más conoce en nuestro país a «la gran familia misionera». Además de ser el director de la Comisión Episcopal de Misiones, es el responsable de la Dirección Nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de España.
En la base de datos de la OMP constan actualmente 14.000 misioneros, el 85% ha sido enviado por sus respectivas comunidades religiosas, mientras que el 15% restante pertenecen a El 54,2 por ciento son mujeres y el 7,2, laicos las diócesis. Junto a Italia y México, España encabeza la lista de países que más misioneros envían a las zonas más olvidadas del planeta. «Pese a la escasez de vocaciones, la proporción de misioneros que salen de España sigue siendo la misma con respecto al número de ordenaciones», explica el padre Anastasio. De nuestro país, salen cada año a los 1.069 territorios de misión alrededor de 150 misioneros. Aunque la mayoría siguen siendo religiosas (49,5%) o sacerdotes (36,2%), cada vez es más representativo el número de laicos que «deciden quemar las naves, dejarlo todo y entregar su vida al anuncio del Evangelio», comenta el responsable de la OMP. Actualmente representan apenas el 7,16% del total, pero su crecimiento en los últimos años «es directamente proporcional a la formación que reciben los laicos y también a la toma de conciencia de su responsabilidad dentro de la Iglesia», explica el sacerdote.
Evangelio: Jn. 20, 19-13.
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz con vosotros. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Peticiones.
Acción de Gracias.
Padrenuestro.
Salida.