Oración Comunitaria 09/05/2013
Entrada: XXVIII Semana de Franciscanos por la Paz.
Un año más nos encontramos ante Jesús resucitado para orar en esta XXVIII semana de franciscanos por la paz. El lema de este año, “La fraternidad, el gran sueño de la humanidad”, nos pone en el camino de aquello que como comunidad y como creyentes estamos llamados a conseguir, la creación de un mundo más fraterno para todos. Un mundo en el que nos sintamos hermanos los unos de los otros, especialmente de los más pequeños, los que sufren, los desamparados, los hambrientos, los que no viven en paz.
Con la certeza de sentirnos hijos de un mismo padre comencemos este rato de oración diciendo juntos: Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón, dame fe recta, esperanza cierta, caridad perfecta, sentido y conocimiento Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.
Lectura: De los escritos de Francisco, Carta a un ministro, 9-12.
Y en esto quiero conocer que amas al Señor y me amas a mí, siervo suyo y tuyo, si procedes así: que no haya en el mundo hermano que, por mucho que hubiere pecado, se aleje jamás de ti después de haber contemplado tus ojos sin haber obtenido misericordia, si es que la busca. Y, si no busca misericordia, pregúntale tú si la quiere. Y, si mil veces volviere a pecar ante tus propios ojos, ámale más que a mí para atraerlo al Señor; y compadécete siempre de los tales. Y, cuando puedas, comunica a los guardianes que por tu parte estás resuelto a comportarte así.
Noticia: Es necesario suscitar el encuentro con Cristo.
Después del recorrido que, como creyente, voy haciendo en estos tiempos de revitalización de la vida y de las comunidades, me planteo cómo llevar lo que vivo desde el Señor a los que no lo han encontrado aún…
Lo digo desde el convencimiento de que nadie da lo que no tiene. Ahora me toca tener una experiencia más honda de Dios, para tenerla de los hermanos y hermanas, un conocimiento experiencial del Señor, que hace percibir las cosas de un modo nuevo. De este modo seré capaz de acompañar a otros para que también puedan encontrarse con el Dios de Jesús.
La coherencia y el testimonio de vida son importantes, también la audacia y la capacidad de hacer una propuesta oportuna y adecuada a las preguntas profundas, que todos llevamos en el corazón.
Estas experiencias del Señor las veo en clave de un proceso de conversión para ir naciendo cada día desde la confianza: Dios proveerá, así lo vivo y así me siento, desde la provindencialidad de cada día.
En este camino de discípulo me veo como en la necesidad de ir acompañando el camino de conversiones permanentes de actitudes, modos de pensar y de obrar, que descubro en el Señor y veo hecho vida en Francisco y Clara de Asís. Ellos son mis animadores permanentes y, creo, en todos aquellos que tienen un corazón limpio y sencillo. Me aburre lo estéril de lo sabido y rodado, sin un serio discernimiento.
Cómo evangelizar y celebrar si nosotros no somos evangelizadores y no celebramos, me pregunto cada día… No siempre encuentro la respuesta adecuada, pero no por eso dejo de interrogarme.
Para ejercer hoy la misión profética es imprescindible ser testigos de la verdad, aunque esto lleve incomprensiones, que las lleva… No es preciso buscarlas, vienen ellas solas… y le pido a Dios no que me las quite sino que me dé fuerzas para sobrellevarlas con la dignidad propia de esta criatura que lleva “el tesoro en vasijas de barro”.
Veo en muchas personas sencillas, -sencilla es la familia de la carne que el Señor me dio y de la que tanto aprendo cada día, por su transparencia, sus servicios desinteresados, su alegría serena…-, y eso me contagia a mí muchas ganas de aprender junto a ellos… Ah, si los jóvenes son un reto y una realidad apasionante, no son menos los mayores… ¡Cuánto aprendo de ellos, y de las Clarisas y de los “pobres de Yahvéh”!, son mis señores.
Creo que es necesario suscitar el encuentro personal con Cristo, antes de suscitarlo con los demás, para decir lo que “El nos diga”. Desde ahí veo la evangelización como un proceso capilar, para hacerla realidad desde la realidad que cada uno le toque vivir en cada momento y situación, desde un testimonio coherente y desde una palabra creíble.
Pistas muy valiosas que personalmente me sirven son la lectura orante de la Palabra de Dios, la Eucaristía, como centro del día, celebrada en comunidad, el servicio a los pobres, las comunidades vivas, que quieren vivir una comunión, el desarrollo de las virtudes personales y sociales, la formación teológica, humana y espiritual.
Estoy convencido que la fe y la vida comunitaria no se imponen, se proponen siempre con humildad, con respeto a la libertad, con delicadeza… Poseen una capacidad extraordinaria de entrar en diálogo con todo lo humano que va más allá de lo meramente racional y se filtra desde la lógica del don. Todo es gracia.
Tengo que agradecer el haber conocido y querido más a la familia franciscana por dentro. Me ha enriquecido mucho el acercarme a las fuentes de Francisco y Clara de Asís y la riqueza que aporta cada uno en su especificidad. Me siento contento con la vocación recibida y la ofrezco a los demás tal como la vivo, con sus luces y sus sombras, pero desde la disponibilidad desinteresada. La esperanza no me falta para seguir caminando desde la novedad que surge el vivir cada día desde el agradecimiento.
Cada día el Señor nos invita a mirar con ojos de misericordia las nuevas pobrezas de hoy, desde las heridas, no cerradas, del corazón y desde los abismos de soledad… que a veces se hace sonora.
Con Francisco y desde las fraternidades en las que me ha tocado vivir trato de vivir en acción de gracias. Se las doy al Señor cada día por las comunidades religiosas, contemplativas y laicales que me ayudan a crecer.
A la Iglesia, que cada día nos sorprende también con “buenas noticias -tan franciscanas en los últimos meses- para hacer que nos convirtamos en portadores de Buenas Noticias.
Yo cuento con vuestras oraciones y apoyos, contad vosotros con los míos, desde lo que soy y lo que siento.
Sigo alumbrando el futuro, sigo dando luz al pasado y engendrando el presente con esperanza, con mucha fe y con el deseo de crear fraternura franciscana desde la paz y el bien. Gracias.
Seve Calderón Martínez, ofm
Evangelio: Mt 13, 1-17.
Salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas:
-Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos ciento, otros sesenta, otros treinta. El que tenga oídos, que oiga. Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:-¿Por qué les hablas en parábolas? Él les contestó:-A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oirán con los oídos sin entender; mirarán con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure.
Peticiones.
Acción de Gracias.
Padrenuestro.
Salida.
Señor, haced de mí un instrumento de paz.
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga perdón;
donde haya discordia, ponga unión;
donde haya error, ponga verdad;
donde haya duda, ponga fe;
donde haya desesperación, ponga esperanza;
donde haya tinieblas, ponga vuestra luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh, Maestro,
que no me empeñe tanto en ser consolado,
como en consolar;
en ser comprendido, como en comprender;
en ser amado, como en amar;
pues dando se recibe;
olvidando, se encuentra;
perdonando se es perdonado;
muriendo se resucita a la vida eterna.
y muriendo se resucita a la vida eterna.