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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 24/01/2013

Entrada: Semana de oración por la unidad de los cristianos.

Con el gozo de la familia que se reúne, un año más celebramos la semana de oración por la unidad de los cristianos, un alto en el camino para reflexionar sobre la situación de las Iglesias separadas en un mundo que necesita a Cristo y que, por tanto, nos pide unidad para anunciarlo.

Este año el lema es ¿Qué exige el Señor de nosotros?. El profeta Miqueas nos recuerda que Dios no quiere holocaustos, ni novillos, ni carneros, ni aceite, ni que le entreguemos al primogénito en sacrificio. Lo que el Señor espera de nosotros es tan solo “respetar el derecho, practicar con amor la misericordia y caminar humildemente con tu Dios”

A lo largo de estos ocho días se nos proponen ocho subtemas, que evocan diferentes maneras de caminar, nos permiten concretar la distintas dimensiones de un auténtico discipulado cristiano que camina «por la senda de la justicia que conduce a la vida» (Prov 12, 28).

Día 1: Caminar conversando. Reflexionamos sobre la importancia del diálogo y de la conversación como un medio para superar obstáculos. Tanto para el ecumenismo, como para las luchas por la liberación de las personas en todo el mundo, la capacidad de hablar y de escuchar son fundamentales. En este tipo de conversación auténtica podemos llegar a reconocer a Cristo con más claridad.

Día 2: Caminar con el cuerpo partido de Cristo. Al reconocer la solidaridad entre Cristo crucificado y los “pueblos partidos” del mundo, como los dalits, intentamos juntos como cristianos aprender a compartir entre nosotros esta solidaridad de una manera más profunda. Se pone de manifiesto, sobre todo, la relación entre eucaristía y justicia y se invita a los cristianos a descubrir modos concretos de un vivir eucarístico en el mundo.

Día 3: Caminar hacia la libertad. El tercer día se nos invita a celebrar los esfuerzos de comunidades oprimidas en todo el mundo, como los dalits en la India, cuando protestan contra todo aquello que esclaviza a los seres humanos. Nosotros, cristianos comprometidos con una mayor unidad, aprendemos que la eliminación de todo lo que separa a las personas es esencial para alcanzar la vida en abundancia, la libertad en el Espíritu.

Día 4: Caminar como hijos de la tierra. Tomar conciencia de nuestro lugar en la creación de Dios nos une los unos a los otros, porque nos hace ver nuestra interdependencia, entre nosotros y con la tierra. Teniendo en cuenta la urgencia del cuidado del medio ambiente y de una correcta y justa repartición de los frutos de la tierra, los cristianos están llamados a unas vidas de testimonio activo en el espíritu del año jubilar.

Día 5: Caminar como los amigos de Jesús. El quinto día reflexionamos sobre las imágenes bíblicas de la amistad y el amor humano como modelos del amor de Dios hacia cada ser humano. Vernos como amigos muy amados de Dios tiene consecuencias para nuestras relaciones dentro de la comunidad de Jesús. Dentro de la Iglesia, toda barrera de exclusión es incompatible con una comunidad donde todos son por igual los amigos muy amados de Jesús.

Día 6: Caminar más allá de las barreras. Caminar con Dios significa caminar más allá de las barreras que dividen y perjudican a los hijos de Dios. Las lecturas bíblicas del sexto día miran a distintos modos de superar las barreras humanas y culminan con la enseñanza de san Pablo: «Incorporados a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. En Cristo Jesús, todos sois uno» (Gál 3, 27-28).

Día 7: Caminar en solidaridad. Caminar humildemente con Dios significa caminar en solidaridad con todos los que luchan por la justicia y la paz. Caminar en solidaridad tiene implicaciones no solo para los creyentes en cuanto individuos, sino también para la naturaleza misma y misión de toda la comunidad cristiana. La Iglesia está llamada y capacitada para compartir el sufrimiento de todos y de todas a través de la defensa y el cuidado de los pobres, los necesitados y los marginados. Esto está presente en nuestra oración por la unidad de los cristianos de esta semana.

Día 8: Caminar en celebración. El texto bíblico del último día del octavario habla de celebración, no en el sentido de celebrar un exitoso desenlace final, sino como signo de esperanza en Dios y en la justicia de Dios. Del mismo modo, nuestra celebración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es nuestro signo de esperanza de que alcanzaremos nuestra unidad en los tiempos de Dios y con los medios de Dios.
Lo que Dios exige de nosotros hoy es que caminemos por la senda de la justicia, la compasión y la humildad. La senda del discipulado supone caminar por el camino estrecho del reino de Dios y no por las autopistas de los imperios de hoy. Caminar en esta senda del derecho conlleva las estrecheces de la lucha, del aislamiento que acompaña la denuncia y de los riesgos ligados a la resistencia a «las potencias invisibles que dominan en este mundo» (Ef 6, 12). Esto es especialmente verdad cuando a los que hablan francamente a favor de la justicia se les trata de alborotadores y perturbadores de la paz.

En este contexto tenemos que entender que la paz y la unidad son plenas cuando se fundamentan en la justicia.

Comenzamos la celebración en este día séptimo en el que se nos invita a caminar en solidaridad. Vamos a dejar que el Señor nos hable a través de la Palabra, del canto y, muy importante para escuchar, el silencio. Abramos los oídos del corazón.

Canto: Dona la pace, Signore

Salmo 15.

Yahveh, ¿quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte?
El que anda sin tacha, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón,
y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio
a su prójimo; con menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen a Yahveh;
que jura en su perjuicio y no retracta, no presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño de inocente. Quien obra así jamás vacilará.

Canto: Solo con tu amor, Señor

Hechos 2, 43,47: Los discípulos todo lo compartían.

Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado, por lo muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos, y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas, y comían juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día, el Señor iba agregando al grupo a los que se iban salvando

CANTO: Padre, únenos. Que el mundo crea que enviaste al Hijo. Padre únenos

Evangelio: Lc, 10, 25-37

Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?».

Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?».
El le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo».
«Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida».
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?».

Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver"
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?».

«El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera».

CANTO: Todos vamos en el mismo barco

Peticiones/ Acción de Gracias/Padrenuestro
Salida.