Oración Comunitaria 29/11/2012
Entrada: La Constancia
“Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva” (San Agustín)
Una de las actitudes orantes más importantes es la constancia. La búsqueda de Dios es un proyecto que dura toda la vida. No llega en el momento en que se completa un ejercicio; no llega como una reacción automática tras cumplir con un determinado horario de oración. Más directamente, la oración no es una respuesta inmediata a la búsqueda de Dios, sino tan solo la promesa de que la búsqueda tiene un propósito. Cuando estemos preparados, Dios estará allí. Pero la preparación es para Dios algoque hay que desarrollar, no algo que pueda garantizarse.
Instintiva y tímidamente, evitamos todo encuentro verdadero con Dios, porque sabemos que cambiará nuestra vida. Claro está que simulamos el proceso de búsqueda de Dios, pero nos resulta muy difícil creer que Dios es Dios: todo misericordia, todo amor, todo paciencia…
Como para Dios no existe el tiempo, sino únicamente la eternidad. Aquellos de nosotros que pasemos toda nuestra vida acercándonos a Dios a medida que maduramos, encontraremos al final al mismo Dios que otros pueden llegar a conocer mucho antes que nosotros.
San Agustín es claro: nuestro Dios no cambia; somos nosotros los que cambiamos a medida que el tiempo transcurre. Dios es siempre Dios. Y Dios está siempre con nosotros; somos nosotros los que solemos estar en otro lugar. Después de que hayamos buscado y experimentado todas las fruslerías de la vida, Dios sigue esperándonos.
Después de habernos pasado la vida evitando a Dios, cuando estemos finalmente preparados para mirar y dispuestos a hacerlo, descubriremos que el amor de Dios nos llama, más allá de los hartazgos y fantasías de la vida, a comprender el sentido de lo que supone estar vivo, a los fundamentos de la vida misma.
Ser lo bastante sabios para orar pidiendo la gracia de ser conscientes de la presencia de Dios es lo que, con el tiempo, nos preparará para percibirla en todas las dimensiones de la vida. Entonces no trataremos a Dios como una respuesta a nuestros problemas. Comprenderemos que Dios es, más bien, el Compañero cuya luz brilla dentro de nosotros para guiarnos a través de dichos problemas.
Nunca se llega a Dios demasiado tarde. Debemos estar preparados para llegar a contemplar el rostro eterno y siempre inmediato de Dios en todas las cosas. ¿Cuánto tiempo necesitaremos? ¿Y eso qué importa? El Dios que encontraremos cuando lo hagamos será el mismo Dios, por mucho tiempo que necesitemos y suceda lo que suceda. Lo que cuenta es el trayecto, no el final. Comenzamos con Francisco: Oh Alto y Glorioso Dios
A.T: Isaías 12, 1-6
En aquel tiempo dirás: “Te doy gracias, Señor, porque aunque estuviste enojado conmigo, tu ira ya pasó y me has devuelto la paz. Dios es quien me salva; tengo confianza, no temo. El Señor es mi refugio y mi fuerza, él es mi salvador.” También vosotros podréis ir a beber con alegría en esa fuente de salvación, y entonces diréis:
“Dad gracias e invocad al Señor, contad a las naciones las cosas que ha hecho, recordadles que él está por encima de todo. Cantad al Señor, porque ha hecho algo grandioso que debe conocerse en toda la tierra. Dad gritos de alegría, habitantes de Sión, porque el Dios Santo de Israel está en medio de vosotros con toda su grandeza.”
Noticia: Opinión de Luis Miguel Vílchez.
No se elige la cuna, definitivamente, como tampoco la tumba. No se elige nacer en una realidad distinta, como tampoco se decide cuando hacer de otras realidades, algo propio. Quizás lo único que se elige es poder cambiar, o no, las historias de los pueblos que los pueblos no eligen. Hay sufrimientos permanentes y hay gente dispuesta a cambiarlos; hay vidas marcadas y marcas que duran una vida… Hay, en definitiva, opciones que se transforman en acciones y acciones que transforman vidas. A nuestro alrededor se multiplican estos gestos y acciones basados en el compartir. No en vano, organizaciones como Cáritas reciben cada día más peticiones… y más donaciones. Pero sigue habiendo un escalón capaz de ahogar la esperanza cuando ésta depende del lugar de nacimiento y la crisis parece querer asociarse al ADN y al pasaporte. Hasta podemos llegara creer que aquél ya no existe y que ésta tiene demasiados rostros, algunos tan crueles e invisibles. Por ello, incluso podemos sentirnos dichosos de significar un número, de pertenecer aunque sea como sujetos de rescate a esta situación que nos ha tocado vivir; y es que hay lugares en los que el ser humano ni siquiera cuenta para ser rescatado, para ser contabilizado entre los miserables: simplemente no es y no existe. Este verano un grupo de profesores del colegio Juan XXIII-Zaidín de Granada hemos podido constatar otra cara de la crisis, la que se extiende más allá de nuestras fronteras y desgarra la vida de tantos iguales, pero tan distintos. Tras diez años de colaborar desde la distancia, hemos querido ver cómo esa otra tierra hermana hace de sus diarios amaneceres lecciones de supervivencia y de sentirse ignorada por el mundo, un motivo para acoger la vida con las manos llenas. Hablamos de Honduras, un país lleno de buena gente, trabajadora, luchadora, capaz de levantarse ante huracanes, corrupciones, golpes de estado y multinacionales bananeras. Una tierra verde donde no se habla de rescate, sino de generosidad, no se menciona la deuda contraída sino el caudal de colaboración, y el esfuerzo sustituye a la usura; es un paisaje en el que la llamada a otro mundo posible se hace realidad diaria. Hablamos de un granadino como nosotros, de un pueblecito de la comarca de Guadix, Huéneja; hablamos de un hombre con alma de cura de pueblo y acciones de revolucionario, de revolucionario de la justicia y la igualdad de derechos. Este hombre se llama Patricio Larrosa, capaz de unir esfuerzos de toda España a través de la ONG ACOES, de la gran familia que ayuda y colabora con el pueblo hondureño, un pueblo no tan diferente al nuestro, tan lejano pero tan cercano a la vez Escuelas, centros infantiles, becas de estudio, centros de integración social, clínicas, casas para estudiantes… cada pequeño proyecto, un sueño, una vida nueva para una persona nueva. Cada hondureño tiene la dicha de poder acercarse a sus proyectos y optar por ellos como si fuese no la última, sino la única oportunidad de volver a sentirse hombres y mujeres de verdad. En todos ellos un espacio para la gratuidad y la generosidad, la que lleva tanta solidaridad a través de contenedores
de alimentos, ropa, comida, material escolar enviados desde España y Canadá; la que devuelve tanto esfuerzo con constancia y dedicación de tanta gente que tuvo la mala suerte de vivir y morir con la crisis a cuestas, como una maldición traída por los conquistadores. Pequeñas personas que hacen pequeñas cosas en pequeños lugares, decía Eduardo Galeano, y de eso se trata: de cambiar sólo una vida, de mover una sola alma a la generosidad, de volver nuestra mirada desesperanzada ante la crisis a un gesto agradecido y dispuesto a la justicia. Mañana, 30 de noviembre, a las 20 horas, en el salón de actos del Colegio Mayor Universitario Cardenal Cisneros, todos tendremos un oportunidad de participar de lo que parece un milagro en los tiempos que corren: estar dispuestos a compartir con los que no merecen, para algunos, ni el rescate… pero para tantos como para Patricio, dar la vida entera. Quizás consista únicamente en mirar a la crisis con otros ojos, o simplemente… con los ojos de otro.
Evangelio: Lc. 6, 43-45.
No hay árbol bueno que dé mal fruto ni árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto: no se recogen higos de los espinos ni se vendimian uvas de las zarzas. El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que rebosa su corazón, habla su boca.
Peticiones/ Acción de Gracias/Padrenuestro
Salida.
Dame fuerzas, oh Dios, para perseverar en la oscuridad, sabiendo que tú estás ahí, en la luz eterna que no puedo percibir.