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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 22/09/2011

Entrada: Escuela de oración.

Nos reúnes hoy Padre, porque necesitamos del encuentro contigo y con los hermanos. Necesitamos que la Palabra cale en nuestros corazones para que multipliquemos los frutos de tu Evangelio; necesitamos unir las manos para que sean una y trabajemos todos en la viña; necesitamos amar a quienes más lo necesitan, hoy especialmente a los enfermos de Alzheimer cuyo día se celebraba ayer, por todos los que sufren esta enfermedad, por sus familiares, por sus cuidadores.

Necesitamos amar a la naturaleza, para que todos podamos disfrutarla, para que podamos repartir los recursos entre todos los hermanos; nos necesitamos unos a otros para compartir aquello que somos y tenemos.
El mundo necesita cambiar y tu Señor nos mandas a la misión, nos mandas como Francisco, a restaurar el mundo. Por eso queremos orar en Comunidad, para que juntos podamos conseguir este reto. Así siendo agradecidos por el don de los hermanos empezamos cantando: “Oh Alto y Glorioso Dios”…

Primera Lectura: Salmo 23.

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.

Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo

Noticia: Alzheimer, la memoria robada. (Por Stefania Summermatter, swissinfo.ch. Lugano)

“Vivimos aún bajo el mismo techo: mi marido Beppe, mi hijo Riccardo y yo. Pero nada, o casi nada, es como antes… La enfermedad se ha infiltrado en nuestras vidas como un huésped indeseado, se ha llevado una parte de la identidad del hombre al que amo y me ha dejado un gran vacío”.

El marido de Antonella tiene Alzheimer, una enfermedad que padecen 36 millones de personas en el mundo. Debido a la degeneración progresiva de las células cerebrales, los pacientes pierden sus facultades intelectuales y con ellas la memoria, el razonamiento, el lenguaje.

“Beppe era un hombre guapo, sabe…”, nos cuenta Antonella. “Tenía los ojos azules y una mirada penetrante. Pero con la dolencia sus ojos se han achicado, se han vuelto grises, con la mirada perdida en la lejanía”. Esta mujer alegre y enérgica se encontró de repente al lado de una persona desconocida: “Cuando me enamoré de él, hace treinta años, era un hombre alegre, le gustaba viajar y estar rodeado de amigos. Ahora nada le despierta interés, vive anclado en el pasado; su cuerpo sigue siendo el mismo, pero su mente está perdida Dios sabe dónde….”

Los primeros síntomas de la enfermedad se manifestaron hace dos años, en vísperas del 70 aniversario de Beppe. “Comenzó a tener comportamientos extraños. Perdía las llaves, se olvidaba de transmitir los mensajes y un día llegó a casa con la carrocería del coche completamente arruinada, sin decirme nada. Él que siempre fue un hombre meticuloso, especialmente con su coche…”

El diagnóstico no fue inmediato. “Al inicio el médico pensó en una simple depresión, pero con el tiempo las pruebas neurológicas confirmaron una deficiencia en el lóbulo frontal”. Y así, después una vida entera sumida en el orden y la perfección, este hombre de repente perdió el control. “Cuando el doctor habló por primera vez de la enfermedad de Alzheimer, mi marido se quedó completamente aniquilado.”

Mientras Antonella trabaja como secretaria de dirección, Beppe pasa las jornadas somnoliento, apático. Aún conserva cierta autonomía, pero cada uno de sus gestos – incluso el más banal – implica riesgos y debe ser calculado al detalle. “Una vez se olvidó de cerrar el grifo después de lavar un racimo de uvas e inundó toda la cocina. A veces deja encendida la placa de la cocina después de prepararse un café o se le olvida cerrar la puerta del frigorífico. He tapizado la casa con notas, le he prohibido cocinar y bloqueo las puertas del coche para que no se baje con el vehículo en marcha”.

La enfermedad de Alzheimer es una dolencia que, junto con la memoria y los recuerdos, se lleva también la identidad de la persona. “A veces me parece que vivo al lado de un desconocido. Se comporta como un niño caprichoso, a todo dice ‘no’, estampa sus manos en las paredes, tira las cosas al suelo. También puede tener reacciones muy duras, ser grosero y soltar injurias. Una agresividad a la que no estoy acostumbrada y que me cuesta lidiar, sobre todo cuando va dirigida a nuestro hijo.”

Riccardo, en plena adolescencia, se ha visto frente a un padre que de un día al otro dejó de interesarse por él, de hablarle, de manifestarle afecto. “Es como si para él su hijo no existiera, como si su presencia le molestara. Y, sin embargo, cuando Riccardo era pequeño y padecía cólicos, mi marido se pasaba noches enteras con él en brazos para que yo pudiera dormir e ir a trabajar a la mañana siguiente”.

Antes de que el Alzheimer invadiera sus vidas, su casa era un ir y venir de gente: Amigos, familiares y parientes, compañeros de escuela llamaban a la puerta para compartir un café, una cena, una partida de cartas. Ahora Riccardo no se atreve a invitar a nadie: se siente avergonzado por la voz gutural del padre, su actitud y sus respuestas imprevisibles.

Pero también los amigos de la familia se han distanciado, pues no es fácil relacionarse con un hombre como Beppe. “Tan pronto se sienta a la mesa, empieza a devorar lo que tiene en el plato como si se le fuera la vida en ello. Luego coge la servilleta, se limpia diez veces las manos, se la restriega en los labios y la tira al suelo. Me duele decirlo, pero se ha vuelto realmente insoportable.”

Por el momento Beppe vive en su hogar, rodeado de los suyos, pero Antonella es consciente de que la situación de su marido puede empeorar de un día a otro. “Quisiera buscar a alguien que lo cuide mientras trabajo, pero le molesta la simple idea de tener a una persona extraña en casa. ¿Y entonces qué hago?”, se pregunta Antonella.

Planificar el futuro no es una tarea fácil cuando el mismo presente se le va a uno de las manos. “Tengo miedo de pensar en el mañana, de tomar una decisión y equivocarme, de no ser capaz de abarcar todo. A veces Riccardo me pregunta: ‘ Mamá, ¿esto puede empeorar más?’ ¿Y qué le voy a responder? Yo tampoco contaba con esto…”

Evangelio: Jn. 13, 34-35.

“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros.. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.”

Peticiones / Acciones de gracias.
Padrenuestro.
Salida

En nuestras manos está, expandir el amor de Dios a todos los hermanos

Y en estos días en Granada, tenemos como modelo a María. Paciente, acogedora, sencilla.

Que nuestra Madre en su advocación de Las Angustias, nos ayude a ser

como Ella, firme en la esperanza y cercana a quien más lo necesita.
Con María, decimos: Proclama mi alma la grandeza… (Magnificat)