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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 05/05/2011

Entrada.

Hemos escuchado estos días que la muerte de Cristo es camino de triunfo y que el amor nos tiene al servicio de los demás (il 2,6-11): Por eso cada vez que celebramos la Eucaristía la relacionamos con la vida, con el hambre, con los pobres, con la solidaridad, con el compartir. La Eucaristía es vuelta a la vida, porque pasamos del templo a la calle, de la acción litúrgica a la acción solidaria, de la celebración de la Vida a la vida cotidiana.

Vivid alegres porque Dios resucita a Jesús. Pascua de resurrección es lo que ocurre cuando Dios se levanta contra la muerte de su Hijo. Cuando Dios es el que se nos regala en un Amor entrañable y podemos decir con G. Marcel: “Amar a alguien es decirle: tú no morirás para mí”. Dios es más, mucho más, que el dolor, el sufrimiento o la muerte: su amor ha podido con tanto malestar. Una sola palabra nos ha sido dada en la fe y lleva por nombre resurrección”. Su amor nos hace vivir por eso creer en la resurrección es creer, hasta el final, en el amor que Dios nos tiene. Pascua no es una fiesta fácil si no consentimos, como Jesús, morir a nosotros mismos y si no le plantamos cara a las muertes que personal, estructural y moralmente matan al hombre”.

Con Francisco, comenzamos diciendo: “Oh Alto y Glorioso Dios...”

Primera Lectura: Is. 12, 1-6.

En aquel tiempo dirás: “Te doy gracias, Señor, porque me has devuelto la paz. Dios es quien me salva; tengo confianza, no temo. El Señor es mi refugio y mi fuerza, Él es mi salvador.”

También vosotros podréis ir a beber con alegría en esa fuente de salvación, y entonces diréis:

“Dad gracias e invocad al Señor, contad a las naciones las cosas que ha hecho, recordadles que Él está por encima de todo.

Cantad al Señor, porque ha hecho algo grandioso que debe conocerse en toda la tierra.

Dad gritos de alegría, habitantes de Sión, porque el Dios Santo de Israel está en medio de vosotros con toda su grandeza.”

Noticia: Escuela de Solidaridad.

Saliendo de Granada por la carretera de Córdoba, en las faldas de Sierra Elvira, nos encontramos con la pedanía del mismo nombre, perteneciente al municipio de Albolote. Junto a la carretera se encuentra la sede de la Fundación Escuela de Solidaridad, en un grupo de casas que, en su día, fueron un proyecto de urbanización, y que, tras la quiebra de los promotores, fueron adquiridas en una subasta.

Aparcamos el coche y llamamos al timbre. Abre un chaval de veintipocos años, que por su acento, parece marroquí. En el patio, Ignacio habla con alguien y al vernos, enseguida se acerca y nos saluda cordialmente. Comienza a enseñarnos el recinto: subimos un cierto desnivel del terreno y a la izquierda nos muestra un pequeño corral con gallinas y conejos. A continuación el huerto, del que ya han recogido las primeras habas. En una esquina del patio, vemos una edificación circular fabricada con adobe y vigas de madera. El suelo es de madera basta pero barnizada y cubierta de mantas, y el techo, formado por una estructura de vigas de madera colocadas en espiral, deja un orificio central por donde entra la luz cenital. “Cada viga se apoya sobre otra, y todas sostienen el peso, sin que haya ninguna principal ni secundaria” –nos explica Ignacio- en el interior de este recinto destinado a ser una pequeña capilla.

A la derecha de este patio observamos el grupo de casas habitadas, mientras vamos encontrando gente que nos va presentando: una señora de mediana edad cuida y juega con Mª Victoria, un bebé que no alcanza los dos años, mientras su madre termina de arreglar el comedor antes de que el hijo mayor despierte de la siesta. “Varias de estas casas están destinadas para acoger a madres embarazadas o con hijos y aquellas otras, para adolescentes y jóvenes” –prosigue Ignacio- mientras saluda a Juan, un chaval de 21 años, que además de no tener familia, padece una enfermedad mental. A la entrada de otra casa, Jonathan nos saluda con acento inglés, mientras raya el jabón casero que no ha cuajado bien para reciclarlo y fabricar detergente líquido al jabón de Marsella”…

El ambiente es tranquilo. Saludamos a algunos chavales, mujeres, hombres… vemos niños de distintas edades… Ignacio continúa enseñándonos el sótano donde se han colocado los talleres: unas cuantas mesas en paralelo, con su máquina de coser y su cajoncito, forman el taller de costura. “Una vez en semana, viene una señora a dar clases de corte y confección de forma voluntaria”-nos comenta…-; a continuación el taller de informática, con ordenadores reciclados, pero conectados a internet, la biblioteca infantil, el taller de fabricación de pan…. El futuro salón de actos alberga unos cuantos aparatos de gimnasia a la espera de encontrar una ubicación definitiva…. Los recintos van tomando forma poco a poco: el techo está sin terminar, los muebles y utensilios son reciclados así como los materiales… pues son pocas las subvenciones públicas que recibe la Fundación, y el dinero de los socios se destina a pagar la hipoteca y a continuar con las obras mas urgentes.
Mientras tanto, nos damos cuenta de que los niños ya pasaron de nosotros y se pusieron a jugar con otros niños y unos juguetes que encontraron… “¿No es maravilloso?: vuestros hijos han hecho lo mismo que hacen todos los niños del mundo cuando llegan aquí. En el fondo todos compartimos esa humanidad que nos hace iguales y hermanos…”

Ignacio es un hombre de fe al estilo de la Biblia: sueña con transformar un trocito del mundo y se pone a trabajar en ello, aunque solo llegue a vislumbrarlo”. Su próximo sueño: aprovechar la parte mas vieja del recinto para construir unas cuantas viviendas destinadas a acoger a personas mayores. Lo mas inmediato: adecentar la entrada para acoger una convivencia de las entidades de la Plataforma de Voluntariado de Granada el próximo 21 de mayo. “No solo son importantes las instalaciones –comenta-, esta gente también necesita un entramado de apoyo social, emocional, ganar confianza, relacionarse y hablar con otras personas…”

A las 9 hay prevista una oración por la abuela de uno de los chavales recientemente fallecida, en este entorno en donde conviven algunos cristianos, un puñado de musulmanes, un budista y un hinduista: todo un ejemplo práctico de “alianza de civilizaciones”. Pero antes de despedirnos, aún hay otro detalle para nosotros: una velita perfumada fabricada allí mismo.

Subimos al coche, y el silencio del ambiente se prolonga durante unos minutos en los que tratamos de digerir el nudo que se atraviesa en nuestras gargantas. Una vez mas, y sin necesidad de salir de Granada, nuestra acomodada vida ha quedado cuestionada.

Evangelio: Jn. 20, 19-29.

Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después le dijeron los otros discípulos:
–Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
–Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré.
Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo:
–¡Paz a vosotros!
Luego dijo a Tomás:
–Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree!
Tomás exclamó entonces:
–¡Mi Señor y mi Dios!
Jesús le dijo:
–¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!

Peticiones / Acciones de gracias.
Padrenuestro.

Salida.

Tú, el Resucitado, cuando tenemos el simple deseo de acoger tu amor, poco a poco se enciende una llama en lo profundo de nuestro ser. Animada por el Espíritu Santo, esta llama de amor puede ser muy frágil al principio. Lo sorprendente es que arda siempre. Y cuando comprendemos que tú nos amas, la confianza de la fe llega a ser nuestro propio canto.

TE ADORAMOS, SEÑOR JESUCRISTO...