Oración Comunitaria 30/09/2010
Entrada: Lectura de la esperanza.
Señor, una vez más estoy delante de tu misterio
estoy constantemente envuelto en tu presencia
que tantas veces se torna en ausencias de tu presencia.
Mirando el inmenso mundo de la tierra de los hombres
tengo la impresión de que muchos ya no esperan en Ti.
Yo mismo hago mis planes, trazo mis metas
y pongo las piedras de un edificio del cual
el único arquitecto parezco ser yo mismo.
Dame señor la convicción más profunda
de que estaré destruyendo mi futuro
siempre que la esperanza en Ti no estuviere presente.
Haz que comprenda profundamente que a pesar
del caos de cosas que me rodea,
a pesar de las noches que atravieso,
a pesar del cansancio de mis días,
mi futuro está en tus manos y que la tierra que me muestras
en el horizonte de mi mañana será más bella y mejor.
Deposito en tu misterio mis pasos y mis días
porque sé que tu hijo y mi hermano venció la desesperanza
y garantizó un futuro nuevo porque pasó de la muerte a la vida.
Con Francisco comenzamos diciendo: ¡OH ALTO Y GLORIOSO DIOS….!
Primera Lectura: Salmo 14.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Noticia: José Henrique y Ana, de 'sin techo' a 'con hogar'.
José Henrique y Ana, de 'sin techo' a 'con hogar' (Eduardo del Campo)
Cuando uno se queda sin hogar, es difícil volver a encontrar otro. José Henrique, de 52 años, y Ana, de 45, se han llevado la mayor parte de sus vidas viviendo en la calle, adonde cayeron como a un pozo cuando él era aún un niño maltratado en la ciudad portuguesa de Setúbal y ella una madre adolescente y enganchada a la droga en el barrio sevillano de las Tres Mil Viviendas. Se conocieron hace más de veinte años en las aceras de Sevilla, donde ambos sobrevivían durmiendo en cajeros automáticos, soportales, casas en ruinas.
Ahora, desde hace dos años, viven, por fin, en una vivienda digna, un apartamento de protección social en un corral de vecinos de la calle Pagés del Corro, en Triana, por el que pagan 32 euros al mes al Ayuntamiento y 60 de comunidad con luz incluida.
Sostienen su nueva existencia bajo techo con lo que ganan limpiando: ella, escaleras, y él, durante el verano, en el cine de la Diputación. Cuentan que a menudo, cuando se despiertan, les parece irreal estar viviendo así, en una cama al abrigo, al lado de una bañera y un retrete, con luz eléctrica, agua corriente, una cocina y una tele en el salón. Antes se duchaban una vez a la semana en el albergue municipal o con un bidón perforado a modo de regadera. «Me parece mentira, de tanto tiempo que me he tirado en la calle».
Durante su juventud vagabunda, José Henrique aprendió artes marciales hasta ser cinturón negro en karate, full-contact y kick-boxing. Buena defensa para sobrevivir a una vida que puede provocar el mismo estrés ante el peligro que estar metido en una guerra constante. "Cuando uno vive en la calle está siempre en tensión, como un soldado". Pero nunca le gustó usar los puños, sino más bien, dice, aplacar la violencia de los que tenía a su lado.
Cuenta, sin rencor, que se fue de su casa cuando era un niño de 13 años, porque su madre lo maltrataba. También le pegaba un cura del centro de protección donde lo metieron en Portugal. Así que huyó de allí también. Recorrió Europa ganándose la vida como artista callejero, haciendo de mimo o pintando cuadros en el asfalto. Su deambular lo trajo a España y aquí lo contrataron en discotecas para animar al personal disfrazado de indio.
Cuando la conoció durmiendo en la calle, ella era toxicómana. Con 18 años ya tenía una niña y un niño, y poco después, drogadicta, perdió a su familia y su hogar. Encontrar a José, un hombre íntegro, quizá le salvó la vida y la ayudó a resistir. «No te preocupes, que un día te voy a quitar de la calle», le decía él.
Juntos recorrieron España vendiendo globos en las ferias, y juntos se dieron protección con ese amor con el que preservaban su humanidad de una existencia que tendía a anulársela. «En la calle eres invisible, nadie te mira, muchas veces se ríen de ti. Eres un miserable cuando no tienes un techo y un trabajo», describe José.
Él la ayudó a dejar la droga. Más difícil fue salir de la calle. Agotados, cuando ocuparon el corral de la Encarnación en Pagés del Corro junto a varias personas sin techo y tras varios meses el Ayuntamiento les ordenó desalojarlo, decidieron que esta vez resistirían allí hasta que les proporcionaran una vivienda. El desalojo le costó a él una paliza policial, pero al final tuvieron éxito y Urbanismo les facilitó el alquiler social de este bajo, donde llevan ya dos años viviendo sin ningún problema de convivencia. «De aquí ya no me echa nadie», afirma Ana, que además del hogar ha recuperado el vínculo con sus hijos y sus cinco nietos.
«La vida es como el juego de la oca, antes de llegar al final hay muchos obstáculos», dice José, al que ayer se le acababa su trabajo en el cine de la Diputación. La vida les sonríe ahora «un poco», pero mientras se mantenga esta incertidumbre laboral, aún seguirá siendo «un infierno».
Como para las entre 25.000 y 30.000 personas que, al contrario que ellos, aún siguen sin techo en España, según Cáritas. Su caso con provisional final feliz es la prueba, defiende la pareja, de que, con ayuda y respeto, muchos, muchos más podrían salir del infierno.
Evangelio: Lc. 18, 1-8.
1 Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.
2 "Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.
3 Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!"
4 Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,
5 como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.""
6 Dijo, pues, el Señor: "Oíd lo que dice el juez injusto;
7 y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?
8 Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?"
Peticiones / Acciones de gracias.
Padrenuestro.
Salida
San Francisco exhortaba a los suyos en la Regla bulada: «Los hermanos a quienes el Señor ha dado la gracia de trabajar, trabajen fiel y devotamente, de tal suerte que, desechando la ociosidad, enemiga del alma, no apaguen el espíritu de la santa oración y devoción, al cual las demás cosas temporales deben servir» (5,1-2)."