Oración Comunitaria oración 17/09/2009
Escuela de oración:Primera Lectura: Isaías 40,27-3
¿Por qué dices, pueblo mío: «Oculto está mi camino para el Señor, y a Dios se le pasa mi derecho?» ¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que Dios desde siempre es el Señor, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni se fatiga, y cuya inteligencia es inescrutable. Que al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas la energía le acrecienta. Los jóvenes se cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan, mientras que a los que esperan en el Señor él les renovará el vigor, subirán con alas como de águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse.
Noticia: Experiencia Perú 2009
Con el paso de los días desde nuestra llegada de Perú las caras que nos hemos ido encontrando se difuminan, los nombres se olvidan y cada uno de los pequeños detalles que creíamos almacenados en nuestras neuronas para siempre, se fusionan para dejar paso a una maraña de sensaciones difíciles de explicaros.
El mes que hemos vivido los 10 jovenes de esta comunidad repartidos por distintas zonas del Perú, comenzó con una pregunta que Borja le hizo a Florencio como por casualidad: ¿Y qué imagen tienen aquí de Dios? El silencio como respuesta y el eco en nuestras entrañas ¿Y qué imagen tengo yo de Dios? ¿Seré capaz de reconocerlo si me lo encuentro por aquí?
En Requena, junto con Monseñor Juan Oliver, Anabel pasó por la óptica y por el centro de discapacitados de manos unidas, Fernando y Carmen por el Policlinico, Pilar y Pepe por los colegios y las clases de apoyo.
En Quillabamba, Rafa y Adelina acompañaron a su tía en las diferentes tareas con niños de familias desestructuradas con las que ella trabaja desde hace años.
Por los caserios de la Parroquia de Flor de Punga, Borja, Nacho y yo nos embarcamos en la lancha Granada con Florencio y cada día celebrabamos bautizos, pasabamos consulta y recordabamos juegos de nuestra infancia con los niños. Las precarias condiciones de vida se acumularon en nuestras retinas a lo largo de los primeros días, generando una maraña de frustración, vergüenza, y amagura: Apenas hay electricidad, ni agua potable. No hay acceso a sanidad pública ni medicinas, y tanto la politica como la educación están absolutamente corrompidas. Las parejas son inestables, y con ellas las familias. La importancia de la vida es relativa y el espiritu que se respira, por lo general, es de aceptación y conformidad.
A veces nos dio la impresión de que son meros espectadores: de su vida, de su enfermedad, de la muerte, de la maternidad, de su trabajo, del saqueo constante de toda la riqueza que los rodea. ¿¿¿Pero, y Dios??? No puede estar en medio de tanta miseria…
Entonces comenzamos a escuchar las sonoras carcajadas de los niños, y las palabras esperanzadas de los jóvenes; Nos sorprendieron las tiernas miradas de los ancianos, la sencillez en el trabajo, la alegria por el encuentro con los demás,y la acogida constante. La inmensa dignidad de un pueblo que sale adelante a pesar de tantas barrearas. A pesar de todo, Dios parece andar por aquí…Y después empezamos a conocer algo más a los misioneros. Y vimos su mirada inquieta y feliz, y nos hablaron de todo lo que había por hacer, con la seriedad de quien se siente responsable de sus hermanos. Y asistimos a 25 bautizos, y en todos les dijimos a los niños que a partir de ese momento eran Iglesia, y que los que la formamos cuidaríamos de ellos.Y de pronto una obviedad cambió nuestro sentir de cristianos: el Evangelio se podría haber escrito en el año 2009, en medio de la amazonia Peruana. Allí están los pobres de los que Jesús habla, allí las parábolas son la vida diaria, los panes y los peces son el alimento de rutina. Y con la misma naturalidad con la que al principio nos preguntamos cual era el rostro de Dios, llegó la respuesta por boca de Fernando: “Estoy seguro, Dios es peruano”
Evangelio: Mateo 5,1-12:
Viendo la muchedumbre, Jesús subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Felices los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Felices los que lloran, porque ellos serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Felices los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»