Oración Comunitaria 11/07/2013
Escuela de Oración: Conciencia.
Una vida de oración es una vida de intimidad con Dios. Esta constancia en la conjunción profunda, en la consciencia de la presencia interior es un estadio de oración que va más allá de la recitación de oraciones. Y, sin embargo, es al mismo tiempo efecto, sin duda alguna, de la recitación de oraciones. Aquel a quien tratamos de llegar todos los días, trata también de llegar a nosotros. Aquel que ha estado a nuestro alcance toda la vida ha comenzado a estar activo, tranquila pero equívocamente, dentro de nosotros. Ya no hay distancia. Hay oscuridad, claro está. Hay alteridad, sí. Pero hay también una sensación de compañía que no desaparece nunca.
Entonces no somos nosotros mismos; pero conocemos la vida, la vemos y respondemos a ella de forma diferente. Ahora sabemos que ya no estaremos solos. Ya no necesitamos volver a arrodillarnos para encontrar a Dios fuera de nosotros. Nuestra alma está en un estado de reverencia eterna ante la presencia de Dios dentro de nosotros. Sabemos que la vida es algo más que la mera vida de los sentidos. Ahora hay una vida del alma dentro de nosotros que es clara y evidente. Ahora somos más que nuestro yo público. Ahora sabemos que vivimos por mucho más que los mandatos, las costumbres y los ideales de la sociedad. Vivimos por la palabra de Dios que vibra dentro de nosotros cada minuto del día. Ahora, es el alma, no el cuerpo, la que está siempre en oración.
Con Francisco comenzamos diciendo: ¡Oh alto y glorioso Dios…!
Lectura A.T.: Salmo 139 (1-10)
Señor, tú me sondeas y me conoces;
tú conoces todas mis acciones;
aun de lejos, te das cuenta de lo que pienso.
Sabes todas mis andanzas,
¡sabes todo lo que hago!
Aún no tengo la palabra en la
lengua,
y tú, Señor, ya la conoces.
Por todas partes me has rodeado;
tienes puesta tu mano sobre mí.
Sabiduría tan admirable está
fuera de mi alcance;
¡es tan alta que no alcanzo a comprenderla!
¿A dónde podría ir lejos de tu
espíritu?
¿A dónde huiría lejos de tu presencia?
Si yo subiera a las alturas de
los cielos,
allí estás tú;
y si bajara a las profundidades de la tierra, también estás
allí;
si levantara el vuelo hacia el
oriente,
o habitara en los límites del mar occidental,
aun allí me alcanzaría tu mano;
¡tu mano derecha no me soltaría!
Noticia: El papa Francisco reza por los inmigrantes y
denuncia la "globalización de la indiferencia"
Nos hemos acostumbrado al sufrimiento de los otros,
no nos afecta, no nos interesa, no es cosa nuestra "Inmigrantes muertos en
el mar, en esas barcas que en vez de ser un vía de esperanza se convirtieron en
un camino de muerte. He conocido la noticia (la muerte de siete norteafricanos
cuando trataban de llegar a las costas italianas encaramados a las nasas de un
pesquero tunecino, que fueron cortadas por los tripulantes) que por desgracia
tantas veces se ha repetido y que se me ha clavado como una espina en el
corazón", dijo el papa en la homilía de la misa que celebró en la isla
italiana de Lampedusa. Francisco agregó que tras conocer esa tragedia sintió
que tenía que viajar a esa isla, lo que hizo este lunes, "para realizar
este gesto de cercanía y también para despertar nuestras conciencias, para que
lo ocurrido no se repita más". El papa Bergoglio denunció que el hombre
actual está "desorientado, no está atento al mundo en el que vive, no
cuida y no custodia lo que Dios ha creado para nosotros, ni siquiera cuidamos
los unos de los otros". "Y cuando esa desorientación asume las
dimensiones del mundo, se producen tragedias como esa. "¿Quien es el
responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? Ninguno. Todos
respondemos: yo no he sido, yo no tengo nada que ver, serán otros, pero yo no.
Hoy nadie se siente responsable de estos. Hemos perdido el sentido de la
responsabilidad fraterna, hemos caído en el comportamiento hipócrita",
denunció. Pidamos al Señor que nos de la gracia de llorar por nuestra
indiferencia, por la crueldad que hay en el mundo. Francisco agregó que la
cultura del bienestar, "que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos
hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en una pompa de jabón,
que son bonitas, pero no son nada más, son la ilusión de los fútil, de lo
provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros, lleva a la
globalización de la indiferencia". "Nos hemos acostumbrados al
sufrimiento de los otros, no nos afecta, no nos interesa, no es cosa
nuestra", agregó el papa, que añadió que sin embargo, la globalización de
la indiferencia nos hace a todos innombrables, responsables sin nombre y sin
cara". Francisco, que estrechó las manos de los inmigrantes irregulares,
musulmanes y cristianos, en su mayoría, llegados en los últimos días en viejas
barcazas a la isla conocida como la "puerta de Europa", agregó que
estaba allí para recordar a los fallecidos, para orar con ellos y para
mostrarle su cercanía. Entre los inmigrantes había muchos niños y mujeres.
Varios de los adultos aprovecharon el momento del saludo para pedir que Europa
les ayude. "Hemos huido de nuestro país por dos motivos, políticos y
económicos. Para llegar a este lugar tranquilo hemos superados muchos
obstáculos, hemos sido robados por traficantes, hemos sufrido mucho hasta
llegar aquí", le dijo un joven inmigrante irregular al papa, al que
entregó una carta.
Evangelio: Mt 15,32-37
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
–Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. No quiero enviarlos en ayunas a sus casas, no sea que desfallezcan por el camino.
Sus discípulos le dijeron:
–Pero ¿cómo encontrar comida para tanta gente en un lugar como este, donde no vive nadie?
Jesús les preguntó:
– ¿Cuántos panes tenéis?
–Siete y unos pocos peces –le contestaron.
Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y los peces y, habiendo dado gracias a Dios, los partió, se los dio a sus discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron siete canastas con los trozos sobrantes.
Peticiones.
Acción de Gracias.
Padrenuestro.
Salida.
Habla en mi interior, oh Dios, para que pueda manifestar Tu Palabra en todas las dimensiones de mi vida.
Con Francisco terminamos diciendo: “ Te adoramos…”