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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 28/12/2006

- Escuela de Oración:

Jesús, hijo de la Virgen María, en Navidad nos ofreces el mensaje de alegría de tu Evangelio. El que escucha, el que acoge los dones del Espíritu Santo, tanto de día como en las vigilias de la noche, descubre que con una fe muy pequeña, con casi nada, lo tiene todo.
No sabiendo ya cómo hacerse entender, Dios mismo vino a la tierra, pobre y humilde. Si Cristo Jesús no hubiera vivido entre nosotros, Dios permanecería lejano, inalcanzable. Por su vida humana, Jesús nos permite ver a Dios en transparencia.

- AT: Is 42, 10-17: Conduciré a mi pueblo por un camino que él desconoce

10]Cantad a Yahveh un cántico nuevo,
su loor desde los confines de la tierra.
Que le cante el mar y cuanto contiene,
las islas y sus habitantes.
[11]Alcen la voz el desierto y sus ciudades,
las explanadas en que habita Quedar.
Aclamen los habitantes de Petra,
desde la cima de los montes vociferen.
[12]Den gloria a Yahveh,
su loor en las islas publiquen.
[13]Yahveh como un bravo sale,
su furor despierta como el de un guerrero;
grita y vocifera,
contra sus enemigos se muestra valeroso.
[14]«Estaba mudo desde mucho ha,
había ensordecido, me había reprimido.
Como parturienta grito,
resoplo y jadeo entrecortadamente.
[15]Derribaré montes y cedros,
y todo su césped secaré;
convertiré los ríos en tierra firme
y las lagunas secaré.
[16]Haré andar a los ciegos por un camino que no conocían,
por senderos que no conocían les encaminaré.
Trocaré delante de ellos la tiniebla en luz,
y lo tortuoso en llano.
Estas cosas haré,
y no las omitiré.»
[17]Haceos atrás, confusos de vergüenza,
los que confiáis en ídolos,
los que decís a la estatua fundida:
«Vosotros sois nuestros dioses.»

- Noticia: Misioneros, una Navidad sin regalos ni cava.

Miles de religiosos y laicos españoles pasan las fiestas en sus misiones, lejos del consumismo europeo - Pobreza, guerra, calor sofocante y persecuciones políticas «comparten» la Nochebuena - Los países no católicos viven la celebración de forma variopinta
No vuelven a casa por Navidad. Lejos quedan ya las reuniones familiares, la frenética búsqueda de regalos, los atracones a langostinos y las copitas de cava. Y es que, cuando todo esto falta, sólo queda una cosa: la Navidad misma, es decir, la celebración del nacimiento del Niño Jesús. Con este espíritu viven gran parte de los 17.260 misioneros españoles que este año pasarán las fiestas navideñas lejos de su hogar, en sus respectivos países en misión y con aquellas personas que realmente los necesitan.
Si en algo coinciden todos ellos es que la Navidad, en Asia, África o Iberoamérica, poco o nada tiene que ver con la que vivimos en España. Son fiestas que están lejos de la ostentación europea: en algunos casos, se viven con miedo a ser detenidos por las autoridades del país, en otras, conviviendo con unas situaciones de guerra o pobreza extrema o soportando unos sofocantes 38 grados de temperatura.

Control estatal

La Navidad en China tiene dos caras muy distintas, por un lado la de los cristianos de la Iglesia oficial (controlada y permitida por el Gobierno) y, por otro, la de la Iglesia perseguida o subterránea (fiel a Roma y que huye del control estatal). P., un misionero español que prefiere ocultar su identidad para evitar posibles represalias del Gobierno, lleva ya 13 años en contacto con ambas ramas de la Iglesia china.
En tiempos recios, se agudizan los sentidos para buscar subterfugios y esquivar el control estatal. «La Iglesia perseguida celebra la Navidad fuera de las grandes ciudades, en la casa de campo de algún cristiano para no levantar sospechas.

Villancicos africanos

Veinte años lleva Lorenzo Campillo en Costa de Marfil, un país castigado por la guerra y la pobreza. Los misioneros viven allí bajo el peligro constante de ser encarcelados, amenazados o maltratados, pero con la firme determinación de llevar la esperanza a los inocentes que viven las miserias de esta conflictiva zona africana. «Aquí la costumbre es ir de casa en casa visitando a los familiares y amigos.

Navidad laica

Pablo Seco lleva siete años de misión en Kobe (Japón). Es sacerdote diocesano y, junto con otro misionero, está a cargo de dos parroquias y da clases en una Universidad católica.
Además, para él, vivir la Navidad precisamente en este país tiene un sentido muy especial: «El 25 de diciembre es la fiesta del sol y Japón es conocido como la tierra del sol naciente, de modo que es muy bonito vivir aquí cómo Cristo, el verdadero Sol, vuelve a nacer y a reavivar la esperanza en nuestros corazones
En este país, que evangelizó por primera vez san Francisco Javier, la población vive con completa indiferencia la Navidad cristiana, aunque sí ha llegado hasta aquí la que Pablo denomina «Navidad laica»: «Todo Japón se viste de luces, de árboles de Navidad y muñecos de Papá Noel, una tradición que han heredado de los norteamericanos, pero muchos japoneses ni siquiera conocen el origen de esta fiesta». Prueba de ello es la pregunta que le han formulado al misionero en más de una ocasión: «Pero vosotros los cristianos, ¿también celebráis la Navidad?».

Sin materialismo

Miguel Ángel Ruiz es salesiano y dirige la Escuela Técnica Don Bosco en Lahore (Pakistán), donde aprenden un oficio cerca de 200 jóvenes cristianos y musulmanes. Una anécdota que recuerda con cariño fue cuando hace unos días visitó la humilde casa de un matrimonio cristiano que acababa de tener una hija. «Cuando llegué, la mujer me dio, como regalo de Navidad, una taza llena de monedas que había ido ahorrando para ayudar a los chicos de nuestra escuela. La verdad es que ayudaron más al sacerdote que a los alumnos».

Más de 17.000 formas de celebrar la Navidad. Una por cada misionero español que pasa estos días lejos de casa, repartidos por las cuatro esquinas del globo. Pero, sin duda, la fiesta es la misma, y tal y como ellos mismos dicen, «la Navidad es el momento de recibir con mucha alegría al Niño Dios, que se hace presente en nuestra vida y nos trae paz y esperanza».
Miguel Ángel Ruiz es salesiano y dirige la Escuela Técnica Don Bosco en Lahore (Pakistán), donde aprenden un oficio cerca de 200 jóvenes cristianos y musulmanes. Una anécdota que recuerda con cariño fue cuando hace unos días visitó la humilde casa de un matrimonio cristiano que acababa de tener una hija. «Cuando llegué, la mujer me dio, como regalo de Navidad, una taza llena de monedas que había ido ahorrando para ayudar a los chicos de nuestra escuela. La verdad es que ayudaron más al sacerdote que a los alumnos».
Veinte años lleva Lorenzo Campillo en Costa de Marfil, un país castigado por la guerra y la pobreza. Los misioneros viven allí bajo el peligro constante de ser encarcelados, amenazados o maltratados, pero con la firme determinación de llevar la esperanza a los inocentes que viven las miserias de esta conflictiva zona africana. «Aquí la costumbre es ir de casa en casa visitando a los familiares y amigos.
La Navidad en China tiene dos caras muy distintas, por un lado la de los cristianos de la Iglesia oficial (controlada y permitida por el Gobierno) y, por otro, la de la Iglesia perseguida o subterránea (fiel a Roma y que huye del control estatal). P., un misionero español que prefiere ocultar su identidad para evitar posibles represalias del Gobierno, lleva ya 13 años en contacto con ambas ramas de la Iglesia china. En tiempos recios, se agudizan los sentidos para buscar subterfugios y esquivar el control estatal. «La Iglesia perseguida celebra la Navidad fuera de las grandes ciudades, en la casa de campo de algún cristiano para no levantar sospechas.
Miles de religiosos y laicos españoles pasan las fiestas en sus misiones, lejos del consumismo europeo - Pobreza, guerra, calor sofocante y persecuciones políticas «comparten» la Nochebuena - Los países no católicos viven la celebración de forma variopinta No vuelven a casa por Navidad. Lejos quedan ya las reuniones familiares, la frenética búsqueda de regalos, los atracones a langostinos y las copitas de cava. Y es que, cuando todo esto falta, sólo queda una cosa: la Navidad misma, es decir, la celebración del nacimiento del Niño Jesús. Con este espíritu viven gran parte de los 17.260 misioneros españoles que este año pasarán las fiestas navideñas lejos de su hogar, en sus respectivos países en misión y con aquellas personas que realmente los necesitan. Si en algo coinciden todos ellos es que la Navidad, en Asia, África o Iberoamérica, poco o nada tiene que ver con la que vivimos en España. Son fiestas que están lejos de la ostentación europea: en algunos casos, se viven con miedo a ser detenidos por las autoridades del país, en otras, conviviendo con unas situaciones de guerra o pobreza extrema o soportando unos sofocantes 38 grados de temperatura. La Navidad en China tiene dos caras muy distintas, por un lado la de los cristianos de la Iglesia oficial (controlada y permitida por el Gobierno) y, por otro, la de la Iglesia perseguida o subterránea (fiel a Roma y que huye del control estatal). P., un misionero español que prefiere ocultar su identidad para evitar posibles represalias del Gobierno, lleva ya 13 años en contacto con ambas ramas de la Iglesia china. En tiempos recios, se agudizan los sentidos para buscar subterfugios y esquivar el control estatal. «La Iglesia perseguida celebra la Navidad fuera de las grandes ciudades, en la casa de campo de algún cristiano para no levantar sospechas.

- Evangelio: Mt 18,1-4

[1]En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?» [2]El llamó a un niño, le puso en medio de ellos [3]y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. [4]Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.
Jesús, hijo de la Virgen María, en Navidad nos ofreces el mensaje de alegría de tu Evangelio. El que escucha, el que acoge los dones del Espíritu Santo, tanto de día como en las vigilias de la noche, descubre que con una fe muy pequeña, con casi nada, lo tiene todo. cómo hacerse entender, Dios mismo vino a la tierra, pobre y humilde. Si Cristo Jesús no hubiera vivido entre nosotros, Dios permanecería lejano, inalcanzable. Por su vida humana, Jesús nos permite ver a Dios en transparencia.