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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 09/02/2006

ORACIÓN 09/02/06


El ejercicio de la oración supone una calidad de vida común y la atención a los acontecimientos (tiempos litúrgicos, fiestas, noticias del mundo que nos rodea, realidades que demandan nuestra atención y nuestra implicación). Cualquier tipo de vida fraterna deriva de la oración, la cual depende de una experiencia cristiana fundamental, es decir, de un encuentro profundo con el Dios de Jesucristo.

Con el paso del tiempo, la oración se enfrenta a ciertas incomodidades y dificultades. Sobre todo después del fervor de los años de inicio. Antes o después surge una pregunta: ¿Cómo mantener vivo el espíritu de oración y devoción?

Un modo de vivir más dispersivo, las exigencias del trabajo, la multiplicidad de compromisos profesionales o pastorales, la acumulación de responsabilidades internas, marcan nuestra vida. Muchas veces la oración sufre. Se corre el riesgo de hacerla pasar a un segundo plano en el orden de prioridades, cuando no desaparece del todo, en algunos. Nos debemos preguntar: ¿La vida personal y comunitaria, qué puesto concreto quiere dar a la oración?

Debido a los numerosos compromisos, muchos limitan la práctica de la oración a algunos actos litúrgicos. Se produce una reducción de la vida de oración solamente a los momentos establecidos por la fraternidad. El encuentro con Dios se convierte en una mera formalidad, en vez de una necesidad vital. ¿Es posible orar como si se tratara de un estado de conversión continua, una llamada que hay que oír siempre?

AT: ( I cor 1, 26 30)

Observad, hermanos, quienes habéis sido llamados; no muchos sabios en lo humano, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes bien, Dios ha elegido a los locos del mundo para humillar a los sabios, Dios ha elegido a los débiles del mundo para humillar a los fuertes, a los plebeyos y despreciados del mundo, ha elegido Dios, a los que nada son, para anular a los que son algo. Y así nadie podrá engreírse frente a Dios. Gracias a Él vosotros sois de Jesús, el Mesías, que se ha convertido para vosotros en sabiduría de Dios, en justicia, y consagración y rescate.


NOTICIA: INSENSIBILIDAD


La actuación de Jesús con los leprosos es muy reveladora. En realidad, las fuentes no hablan propiamente de «curaciones». Los leprosos no le piden que los cure, sino que los «limpie»: que los libere de esa barrera que los excluye de una convivencia digna con los demás. Y Jesús actúa siempre de la misma manera: se compadece de su sufrimiento, extiende su mano, los toca y los libera de la exclusión.
El gesto de Jesús es intencionado. No está pensando sólo en la curación del enfermo. Su actuación es una llamada a toda la sociedad. Hay que construir la vida de otra manera: los leprosos pueden ser tocados, los excluidos han de ser acogidos. No hemos de mirarlos con miedo sino con compasión. Como los mira Dios.
Lo peor que hay en estos momentos en el mundo es la indiferencia de los países ricos ante el sufrimiento de los pueblos excluidos de una convivencia digna. Como dice José María Castillo, «la indiferencia ante el sufrimiento hace más daño que la violencia que causa sufrimiento».
Nos da miedo el mundo violento que estamos generando. Nos inquieta la llegada imparable de los inmigrantes. Nos asusta la «rebelión de los pobres». Pero es nuestra insensibilidad ante el hambre y la impotencia de tantos millones de seres humanos la que hace posible que su sufrimiento siga avanzando lentamente hacia la violencia.
Nos creemos «civilizados», «demócratas», «honestos» y no sé cuántas cosas más porque no somos violentos y terroristas, pero con nuestra insensibilidad ante el sufrimiento de los hambrientos estamos sembrando como nadie el germen de una violencia imprevisible.
Nosotros vamos a lo nuestro. Nos preocupa la peste aviar, pero no las cien mil personas que mueren cada día a causa del hambre. Es normal. Las aves nos pueden contagiar, pero los hambrientos mueren en silencio, excluidos de la Gran Sociedad. No son un peligro para nadie.

« Otro mundo es posible ». Así reza el lema de Manos Unidas para la Campaña contra el Hambre en el Mundo. Es cierto. Pero depende de que crezca nuestra sensibilidad ante los que sufren. (José Antonio Pagola)



NT: ( Jr 9, 22-23)

No se gloríe el sabio en su saber, no se gloríe el soldado de su valor, no se gloríe el rico de sus riqueza; quien quiera gloriarse que se gloríe de esto: de conocer y comprender que soy el Señor, que en la tierra establece la lealtad, el derecho y la justicia y se complace en ellos.

Observad, hermanos, quienes habéis sido llamados; no muchos sabios en lo humano, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes bien, Dios ha elegido a los locos del mundo para humillar a los sabios, Dios ha elegido a los débiles del mundo para humillar a los fuertes, a los plebeyos y despreciados del mundo, ha elegido Dios, a los que nada son, para anular a los que son algo. Y así nadie podrá engreírse frente a Dios. Gracias a Él vosotros sois de Jesús, el Mesías, que se ha convertido para vosotros en sabiduría de Dios, en justicia, y consagración y rescate. La actuación de Jesús con los leprosos es muy reveladora. En realidad, las fuentes no hablan propiamente de «curaciones». Los leprosos no le piden que los cure, sino que los «limpie»: que los libere de esa barrera que los excluye de una convivencia digna con los demás. Y Jesús actúa siempre de la misma manera: se compadece de su sufrimiento, extiende su mano, los toca y los libera de la exclusión.El gesto de Jesús es intencionado. No está pensando sólo en la curación del enfermo. Su actuación es una llamada a toda la sociedad. Hay que construir la vida de otra manera: los leprosos pueden ser tocados, los excluidos han de ser acogidos. No hemos de mirarlos con miedo sino con compasión. Como los mira Dios. Lo peor que hay en estos momentos en el mundo es la indiferencia de los países ricos ante el sufrimiento de los pueblos excluidos de una convivencia digna. Como dice José María Castillo, «la indiferencia ante el sufrimiento hace más daño que la violencia que causa sufrimiento».Nos da miedo el mundo violento que estamos generando. Nos inquieta la llegada imparable de los inmigrantes. Nos asusta la «rebelión de los pobres». Pero es nuestra insensibilidad ante el hambre y la impotencia de tantos millones de seres humanos la que hace posible que su sufrimiento siga avanzando lentamente hacia la violencia.Nos creemos «civilizados», «demócratas», «honestos» y no sé cuántas cosas más porque no somos violentos y terroristas, pero con nuestra insensibilidad ante el sufrimiento de los hambrientos estamos sembrando como nadie el germen de una violencia imprevisible.Nosotros vamos a lo nuestro. Nos preocupa la peste aviar, pero no las cien mil personas que mueren cada día a causa del hambre. Es normal. Las aves nos pueden contagiar, pero los hambrientos mueren en silencio, excluidos de la Gran Sociedad. No son un peligro para nadie.« Otro mundo es posible ». Así reza el lema de Manos Unidas para la Campaña contra el Hambre en el Mundo. Es cierto. Pero depende de que crezca nuestra sensibilidad ante los que sufren. (José Antonio Pagola)