Oración Comunitaria 05/03/2020
Oración comunitaria 5 de marzo de 2020
Introducción:
En este tiempo de oración Padre, vengo sediento de ti. Quiero reponer mis fuerzas y hacer parada en el camino que has puesto ante mí en este tiempo de cuaresma. Tu ternura cura mis heridas y me hace fuerte para llegar a tu encuentro. Nos acercamos a esta oración con la certeza de que tú nos escuchas en este silencio, con la certeza de que tú siempre estás aquí.
Comenzamos esta oración diciendo: Oh alto y glorioso Dios…
Silencio
Canción
Salmo 40:
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido, en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor. El Señor lo guarda y lo conserva en vida para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de su enfermedad. Yo dije: <<Señor ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti>>.
A mí, en cambio, me conservas la salud, me mantienes siempre en tu presencia. Bendito el señor, Dios de Israel, ahora y por siempre. Amén, Amén.
Silencio
Canción
Noticia: Alfa y Omega- Yolanda Zuriarraín, médico paliativista: «Un paciente terminal lo que necesita son recursos»-
Hay enfermedades incurables, pero no incuidables. A todas las personas se las puede cuidar, acompañar y asistir hasta el final. En primer lugar, hay mucho que hacer en la labor de atender el dolor, un dolor que no es solo físico. Cuando una persona enferma dice «me duele», no se refiere solo al dolor físico, sino a la angustia, a la soledad, al miedo.
Cuando empecé en este camino de los paliativos, iba con mi manual de instrucciones de médico que sabía todo lo que tenía que saber para hacer frente al dolor, controlar los síntomas… la medicina del siglo XXI es muy eficaz en este campo. Pero mi primera pregunta a un paciente fue: « ¿Qué le duele?» y él me dijo: «El alma». Eso me enseñó que la medicina paliativa es algo más holístico. Por eso, el médico hace mucho más que inyectar morfina; se enfrenta al dolor de la persona que sufre.
Mi trabajo cada día me enamora más. Con los años he aprendido que los pacientes y las familias te enseñan tanto... amo mi profesión porque recibo mucho más de lo que doy. Muchas veces me dicen: «Si es que se te mueren todos». Pero yo pienso que mi objetivo es aliviar hasta el final y acompañar. A mí me han dicho: «He disfrutado de mi madre hasta el último momento», y esa es mi mayor recompensa.
Los familiares me suelen decir que no quieren que el enfermo sufra. Y yo siempre les digo: «No os preocupéis, que yo estoy en vuestro equipo». Y cuando preguntamos a los pacientes qué más podemos hacer por ellos, nos dicen: «Lo que estáis haciendo». El enfermo sabe que, si necesita compañía, le van a coger de la mano. Y si sus familiares necesitan alguna ayuda económica o social, se van a poner todos los medios para que la tengan.
Un paciente con una enfermedad avanzada lo que necesita es que le facilitemos los recursos para una vida mejor. Unos cuidados, una atención, un acompañamiento que le garanticen a él y a su familia que no va a estar desatendido a lo largo de su enfermedad. Eso es lo que hacen los paliativos, no dejar solas a las personas. Buscamos soluciones creativas que ayuden a los enfermos, muchas veces a pesar de la falta de recursos que serían necesarios.. Hacen que las personas puedan vivir con calidad de vida momentos únicos: pedir perdón a seres queridos, rectificar errores, casarse, cumplir sueños. Son momentos entrañables, especiales, únicos.
Silencio
Canción
Evangelio: (Mt 8, 14-18)
Al llegar Jesús a casa de Pedro encontró a la suegra echada con fiebre, le tocó la mano y se le pasó la fiebre; ella se levantó y se puso a servirle. Al anochecer le llevaron muchos endemoniados; con su palabra expulsó a los espíritus y curo a todos los enfermos, para que se cumpliese lo que dijo el profeta Isaías: “El cogió nuestras dolencias y quitó nuestras enfermedades”.
Silencio
Canción
Salida:
La humanidad y la gracia de Dios están patentes en los signos que encontramos en todos aquellos que intentan devolver la salud y sobretodo la dignidad al ser humano. El contacto de Jesús con enfermos y personas rechazadas por la sociedad del momento nos orientan hacia una misión que los cristianos no debemos olvidar. Ser siempre casa de acogida para aquel que no se sienta amado, pues en este tiempo de cuaresma, más que nunca, Dios nos llama a amar sin medida, sin reservas, sin censuras, pues Dios es así como nos ama.