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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria ecuménica 16/06/2005

• Escuela de oración
Muchas son las dificultades con las que nos encontramos a diario al confrontarnos con el Dios que nos llama a vivir el seguimiento del Hijo, también como entrega de amor en la oración. Dificultades personales algunas, estructurales y ambientales otras…; el hecho es que pocos son los hermanos y las fraternidades que quedan relativamente satisfechas de su vida de oración:
Así, hay quienes han ahogado todo espíritu de oración, sumergidos en un activismo desenfrenado; hay quienes se contentan con cumplir con el oficio divino, recitando todos los salmos, pero quizá sin que de ello resulte una verdadera vida de oración; quienes han apagado todo impulso de búsqueda del rostro del señor en la vida, en la historia, en la actividad; quienes confunden vida cde oración con rezos; quienes viven la oración como una actividad más de la vida del hermano, en lugar de darle la centralidad e importancia que ella tiene; quienes, teniendo dificultades con las formas de orar que conocen y no encontrando otra forma mejor, la han abandonado; hay quienes tienen una imagen distorsionada del Dios de Jesús, hasta no poder llamarle ni vivirlo como Padre y lo viven como juez, como rival de la autonomía de la vida
• Primera Lectura: Ezequiel 36, 24-28
Me vino esta palabra del Señor: Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los paises, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.

• Noticia:
El interés por la unidad de los cristianos no puede decaer mientras los seguidores de Jesús no seamos todos uno, según su deseo, para que el mundo crea. Se dan pasos, se camina, sí, pero muy despacio. El diálogo ecuménico –pues de eso se trata, de un in tercambio en nivel de igualdad, de ideas, dones, experiencias que permitan avanzar en la unidad- tiene sus propios procesos en niveles institucionales que sólo los expertos dominan. Las cuestiones teológicas requieren un elevado grado de conocimientos para abordar temas delicados propios de especialistas. Ese es su campo. Pero hay otros niveles vitales para los que no se necesitan grandes estudios, sino actitud de acogida, colaboración y conversión conjunta, y a eso estamos llamados todos. La experiencia dice que el compromiso social compartido, así como la oración en común, allanan los caminos y crean espacios de encuentro entre los seguidores de Jesucristo.
Para los fieles de a pie, el camino ecuménico es cuestión de futuro más que de pasado. Interesa vivir en el presente, lo más a fondo posible, el Evangelio de Jesús, en cuyo núcleo nos encontramos necesariamente todos los cristianos. Ese cambio de mentalidad y el deseo de conversión de todas las confesiones cristianas, se orientan hacia un pun to de encuentro en el futuro. Se ponen así las bases para quienes, desde el campo teológico, consideran necesario un camino ya recorrido para poder progresar. En una sociedad que avanza hacia la indiferencia, todos los cristianos tenemos un mensaje común que ofrecer. Y cuando se hace necesario el diálogo interreligioso y con distintas culturas para una convivencia en paz, los cristianos descubrimos que es más lo que nos une que lo que nos separa. Que somos, en el fondo, todos uno.

• I Corintios 1, 10-13

Hermanos: Os ruego en nombre de nuestro Señor Jesucristo poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir. Hermanos, me he enterado por los de Cloe de que hay discordias entre vosotros. Y por eso os hablo así, porque andáis divididos diciendo: “Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo”. ¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo?

• Oración final
El Padre nos regala hermanos y hermanas para hacer el camino en compañía. Jesús nos devela la dignidad y belleza de los pequeños de la tierra. El Espíritu que realiza la unión entre los amigos de Jesús y que con creatividad y belleza enseña el lenguaje de la comunión, del respeto y del cariño, nos desafía a ver si somos capaces de ver en la creación la huella de Dios.
Jesús, con mis manos abiertas
quiero acoger de todos tu regalo.
Jesús, con mi mano ofrecida,
quiero ofrecerles a todos tu sonrisa.
Que todos seamos uno en Ti.