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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 09/05/2019

ORACIÓN 9 MAYO 2019

ESCUELA DE ORACIÓN:
Como cada jueves nos reunimos al caer la tarde, para orar en comunidad, en este tiempo pascual, frente a un Cristo resucitado, que nos recibe con una mirada cálida y unos brazos abiertos porque acoge todos nuestros cansancios y pesares, En este silencio nos fortaleces con tu palabra y presencia fiel entre nosotros
Esta semana venimos celebrando la 34 Semana de Franciscanos por la Paz, bajo el lema: "Estuve preso y viniste a visitarme”. Esto es lo que Jesús nos enseña: a vivir con Solidaridad con los que sufren cualquier necesidad, cualquier precariedad. Hoy le pedimos al Padre, que sepamos estar, con la referencia de Francisco de Asís, junto con los leprosos de hoy.
¡Qué bonita oportunidad para ser instrumentos de Paz! Teniendo presente que la auténtica libertad se ejerce en la fidelidad comprometida por la propia opción en el servicio desinteresado al bien de los demás: “habéis sido llamados a la libertad;...servíos por amor los unos a los otros” (Gál 5,13).
Ayúdanos Señor, a tener una mirada de misericordia, a clarificar nuestros errores y, acrecer juntos en un proyecto común:” construir tu Reino”.
También damos gracias hoy, y oramos por tantas vidas consagradas al servicio del reino, entre ellos tendremos presente de una manera especial a la orden de los trinitarios, por su fiel servicio en el entorno de las cárceles.

Con Francisco comenzamos diciendo:“ Oh Alto y glorioso…“

SALMO 23:
El Señor es mi pastor,
nada me falta.
En verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras
nada temo, porque tú vas conmigo,
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la Casa del Señor,
por años sin término.

NOTICIA: Una iglesia entre rejas (ABC)
La parroquia del padre Florencio Roselló es muy particular. Sus fieles no son cristianos al uso. En su pequeño templo entre rejas hay asesinos, traficantes de drogas, ladrones, estafadores y violadores. Pero a los ojos de este capellán del Centro Penitenciario de Castellón de la Plana sus feligreses son sobre todo personas. Cada uno con su nombre y su historia. La de Carlota y Antonio es agridulce. Apenas tienen 25 y 30 años, respectivamente. Pero ya llevan tres en prisión por un delito de tráfico de drogas. Gracias a su buen comportamiento, ahora trabajan por separado en distintos economatos, una especie de tiendas donde los presos pueden comprar productos básicos como agua, conservas, artículos de higiene o embutidos. En la cárcel nació su pequeña hija, Ainhoa, que ahora tiene un año y que cuida su abuela mientras ellos cumplen condena. Desde hace tiempo están dándole vueltas a la idea de bautizarla. La vida en prisión es difícil para esta joven familia, que solo consigue reunirse con su hija cada tres semanas en un vis a vis. «La prisión no es un lugar bonito para que una niña reciba un sacramento tan importante. Tu hija se merece algo mejor. Vamos a esperar que ambos tengan un permiso y la bautizamos fuera», le explica el capellán al padre de la criatura. Pese a que el ambiente en prisión no deja de ser tenso por las circunstancias personales de cada preso, la labor cotidiana de la Pastoral Penitenciaria ayuda a mejorar la convivencia. «Se crea una comunidad de fe muy bonita porque cuanto más conseguimos normalizar las relaciones más les ayudamos cuando estén fuera», indica.
María sabe muy bien lo que significa poder contar con alguien. Tiene 32 años pero desde hace casi cuatro años paga con su libertad un robo con fuerza. «Estaba enfadada con mi familia. No tenía trabajo y tomé la decisión equivocada», asegura. Como el 80% de las mujeres que están recluidas en este centro, María es madre y está sola. «El dolor más grande para estas mujeres son los hijos», asegura el padre Florencio. Para María, el capellán de prisiones hace las veces de padre. «Me da buenos consejos y me ayuda a desahogarme. Me da tranquilidad», afirma. Es imposible recorrer los pasillos de la prisión sin que algún preso se acerque al sacerdote para estrecharle la mano o darle incluso un abrazo. «El padre tiene mucha mano aquí y hace mucho por nosotros. Nos ayuda a poder hablar con la familia, es un apoyo muy grande», asegura Carmen. Lleva en prisión 19 años por estafa y tráfico de drogas. «Aquí tienes muchas horas para pensar y te das cuenta de que te has equivocado mucho», afirma.
Contra lo que se pudiera pensar, el 80% de los presos están arrepentidos y piden perdón por el sufrimiento que han causado, explica el padre Florencio. «Hay más conciencia del arrepentimiento de lo que parece y lo más difícil es conseguir reconciliarse con ellos mismos».El trabajo del sacerdote y los 40 voluntarios que trabajan a su lado en la pastoral penitenciaria es muy especial y reconocida por el propio servicio penitenciario. «La labor de la Iglesia es importante para nosotros porque ahora ya no abarca solo la asistencia religiosa sino que tiene en cuenta muchas otras partes del individuo que ayudan a la reinserción y reeducación», explica la directora del centro. A algunos, incluso, les acogen en dos pisos cuando salen de permiso de prisión y no tienen donde quedarse.
«Traemos escucha, acompañamiento y la energía y esperanza que aquí no tienen», asegura Ángel, un joven voluntario de 36 años. Este diseñador gráfico abandonó su carrera de publicista para ser educador e integrador social. Ahora dirige un taller de valores, que permite a las reclusas compartir sus preocupaciones y sus miedos mientras están privadas de libertad.«Los talleres y las actividades que organizamos son medios para llegar a la gente», subraya el padre Florencio. Porque para él lo más importante es poder atender a las personas. «La prisión cumple parte de la inserción, el resto lo tiene que hacer la sociedad», insiste.
El padre Florencio presume además de tener las celebraciones llenas de gente. «El 25% de los reclusos asisten a misa porque encuentran la paz y el silencio que necesitan», asegura. «Hay mucha gente que se encuentra con Dios en la cárcel. A veces la familia se cansa y la persona reclusa se siente sola y se da cuenta de que Dios sigue ahí».

EVANGELIO: Mt 25, 31-46
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: 'Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí.' Entonces los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti?' Y el Rey les dirá: 'En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.' Entonces dirá también a los de su izquierda: 'Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.' Entonces dirán también éstos: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?' Y él entonces les responderá: 'En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.' E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»

SALIDA:
“Porque estuve preso y viniste a verme”. Jesús nos llama a cada uno, nos invita a echar la redes, a sentarnos con Él a la mesa, donde comparte con nosotros y nos dice: “vamos a almorzar”. Nos invita a salir de nuestra barca y buscar otras orillas, a abrir puertas, a orar por la justicia, por la igualdad; nos invita a ser cercanos y humanos... ¿cuándo te vimos Señor?

Con Francisco terminamos diciendo “Te adoramos...”