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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 29/11/2018

Oración comunitaria, 29 de noviembre de 2018.

Escuela de oración:
Como cada jueves, al caer la tarde, nos encontramos para orar en comunidad. Se nos invita a preparar el camino, a despertar a la vida, alzad la vista, restregaos los ojos, otear el horizonte y daos cuenta del momento que llega, abrid todos los sentidos, aguzad el oído, captad los gritos y susurros, el viento y la vida…
Pronto comienza el adviento, y una vez más renace la esperanza en el horizonte.
Pongámonos en camino, Y junto a Francisco, nos unimos para orar diciendo: o alto y glorioso Dios…

Salmo 19.
2Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
3que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.
4Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
5que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.
6Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que le pides.
7Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.
8Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.
9Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.
10Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.

Noticia: Soledades. 'Ideal' - 2018-11-28. Mª DOLORES F.-FÍGARES
Dedicar tiempo a reflexionar y dialogar sobre la soledad es algo que deberíamos practicar los seres humanos, porque en muchos momentos de nuestra vida nos encontraremos con ella y sin embargo no se nos enseña a sobrellevarla, sino a base de dolor y desamparo. Un grupo de mujeres vinculadas a la oenegé Calor y Café sacaron el tema a relucir, apoyándose en sus experiencias con personas que sufren una soledad impuesta por sus circunstancias de pobreza, de exclusión social, de enfermedades, de abandono.
Quienes asistimos al acto aprendimos que hay muchas maneras de estar solo y sobre todo de sentirse solo. Que hay muchas soledades y formas de encararlas: está la soledad buscada y querida, la que todos necesitamos para poder entrar en nuestro interior, o concentrarnos en
tareas que nos reclaman, o contemplar sin interrupciones cosas bellas. Pero está también la soledad que provoca la exclusión, cuando te arrancan lo que tienes, no solo los bienes materiales, sino el respeto, la dignidad. La que traen como acompañante ciertos tipos de enfermedad que generan incomprensión y rechazo. La de la pobreza y la indefensión. La que acompaña a situaciones extremas que se producen todos los días, como la cárcel, la droga, los desahucios, el derrumbe físico y moral.
Y también hay muchos modos de paliar tales efectos devastadores, que brotan de la solidaridad y el afán de ayudar de muchos seres humanos que sienten la compasión ante el dolor de los demás y hacen algo para mitigarlo. Nos contaron por ejemplo, el efecto balsámico de la poesía entre mujeres privadas de libertad, ofrecer un lugar donde escuchar y ser escuchado, el poder de las palabras cuando queremos decir «no estás solo», «no estás sola» y lo hacemos de mil maneras diferentes.
Hubo testimonios sobre la mejor manera de neutralizar los efectos de la soledad impuesta y no deseada, que suele ser abrirse a los demás, acompañar a los que se sienten solos. Personalmente, me llegó al corazón el de Ángeles, que había sido usuaria de Calor y Café, porque vivió los dolorosos zarpazos de muchos tipos de sufrimiento y ha resurgido de su bajada a los infiernos como una mujer cálida y humana. Ella dijo que la soledad más grande es la de «aquel que aún no se conoce a sí mismo, la soledad del que no sabe estar en su propia compañía. Todos nuestros males provienen de no aceptar el hecho de poder estar solos, de ahí el juego, el lujo, la disipación, el vino, el sexo, la ignorancia, la maledicencia, la envidia, el olvido de uno mismo y de lo que de verdad somos».

Evangelio: Lucas21,34-36
Dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
Salida: ahora tenemos una misión que cumplir, salir a la calle para ver, tocar, sentir, seguir, y escuchar, todo lo que nos dices en medio del mundo;

Oración final:
Señor, que te vea en la luz, que te vea en la gente, que te vea en la vida, que te vea en los pobres.
Que te sienta en el amor, que te sienta en el dolor, que te sienta en la alegría, que te sienta en la entrega.
Que te toque en las lágrimas, que te toque en las heridas, que te toque en los gritos, que te toque en las ausencias.
Que te siga en los caminos, que te siga en la noche,
que te siga en el cansancio, que te siga en los sueños.
Que escuche tu voz, que escuche tu presencia, que escuche tus palabras, que escuche tu silencio.
Padre Dios, que te vea en la luz, que te sienta en el amor, que te toque en las lágrimas,
que te siga en los caminos, Que yo escuché tu voz.
Con Francisco acabamos cantando, te adoramos…