Oración Comunitaria 20/12/2018
Oración 20 de Diciembre de 2018
Introducción:
Se acerca el nacimiento del amor, pues ¿Qué mayor ejemplo de entrega, servicio y humildad podemos encontrar si no es en el hijo de Dios? Los preparativos empiezan a ser urgentes, ya falta poco para que nazca en nuestras alegrías y tristezas, esperanzas y desesperanzas; para dar luz a la oscuridad que nos mantiene ciegos, para guiarnos hacia un camino que nos aleja de las cadenas del individualismo y el egoísmo. Es momento de adentrarse en el silencio orante y adornar con mimo este momento que Dios nos regala un año más. Con Francisco comenzamos nuestra oración diciendo: Oh alto y Glorioso Dios…
Canción
Salmo 71:
Dios mío, confía tu juicio al rey, tú justicia al hijo de reyes: para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos; que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones, que se postren ante Él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.
Él liberará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; Él se apiadará del pobre y del indigente, y se salvará la vida de los pobres.
Silencio y canción
Noticia:
Ahora que el invierno se acerca lentamente con su capa de armiño y su sonrisa de hielo, algunas gentes corren apresuradas zigzagueando a esas multitudes que recorren la ciudad en busca de las compras previas a las navidades, los regalos primeros que vestirán las mesas cargadas de manjares. Ya no nos queda ni el refugio de los restantes días del año porque ése restaurante donde respiramos con los amigos es hoy un jolgorio de almuerzo de empresa que no invita a la conversación pausada ni a la confidencia compartida. Es un tiempo de masas, de correr sin fijarse en nada, de comprar hasta quedarnos exhaustos, de vivir con prisas como si el mundo se fuese a acabar el treinta y uno de diciembre con la última campanada.
Y mientras corremos de acá para allá, compra va, compra viene, brindis va con el colega al que no le hemos dirigido el saludo en todo el año, polvorón viene saltándonos la dieta que juramos que haríamos, hay personas pidiendo una limosna en la calle con la cabeza gacha porque tantas luces deslumbran su pobreza limpia; hay niños a los que sus padres les dosifican el pan de la merienda para que no falte para la cena; hay familias que ocupan pisos vacíos sin luz ni agua porque no tienen empleo; ancianos cuyo único patrimonio es una inmensa carga de soledad y unos hijos desnaturalizados que los ignoran porque ya no les son útiles. Gente que no puede pagar la hipoteca y acaban siendo noticia de telediario cuando deciden acabar con tanta angustia y ese saludo huidizo, casi inaudible, de los vecinos en el ascensor. Esto, todo esto, lo veremos, un día sí y otro también, entremezclado con el sufrimiento fuera de España, de las guerras sin sentido propiciadas por los países ricos a los que les vendemos armas, de la migraciones a campos de refugiados, y nos pasarán absolutamente desapercibidas. Y seguiremos almorzando como si nada, como si estuviesen hablando de la belleza de un arco iris.
No sé cuándo llegamos a deshumanizarnos tanto, cuándo perdimos la empatía, en qué momento preciso dejaron de sorprendernos las heridas que es capaz de hacer la vida y que sangran, seguramente más, en estas fechas que parecen haber perdido su sentido para convertirse en una falsificación perfectamente asumida de la sociedad perfecta que no somos y que ignora todo aquello que se sale de lo que nos quieren vender desde los televisores, desde las marquesinas de las paradas de autobuses o los catálogos de las grandes superficies. Nos quieren esclavizar la mirada y el pensamiento y parece que, con una mayoría, lo están consiguiendo, seguramente porque es más cómodo mirar para otro lado, pensar en otra cosa, que ver las tristezas o las penurias del mundo.
La sociedad, mayoritariamente, tiende a dejarse llevar, a vivir cada día como si fuese el último remedando a un Gran Hermano, a ponerse una careta que la libre de sufrimiento. Por eso es tan importante el ejemplo solidario de una minoría capaz de trascender el embrutecimiento generalizado, esa minoría a la que le late aún el corazón porque nada le es ajeno. Los que no se han corrompido y tienden la mano para ayudar sin prejuicios. Los que aún saben que la solidaridad es una forma de estar en el mundo.
Silencio y canción
Evangelio:
María se puso en camino y fue a toda prisa a la sierra, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre e Isabel se llenó de Espíritu Santo. Y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! Y ¿Quién soy yo para que me visite la madre del Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Y dichosa tú por haber creído que llegará a cumplirse lo que te han dicho de parte del Señor!
Silencio y canción
Peticiones y Padre Nuestro
Salida:
Saciados por el pan de la oración, continuamos caminando con gozo y alegría en este tiempo de adviento, siguiendo la estrella que nos lleva al necesitado, al que sufre, al que grita sin ser oído. Dejémonos guiar por esa luz para llevar la ternura de Dios a todos los corazones que ahora se convierten en pesebre, en el que Dios nacerá.