Oración Comunitaria 31/03/2005
Escuela de Oración:Los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un sólo y único día festivo, más aún, como un gran domingo. Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo (Sal 117, 24).
El término Pentecostés o cincuentena no designa solamente la fiesta que cierra el tiempo pascual, sino originariamente a todo el periodo litúrgico en que se conmemora la obra de Dios a partir de la creación del mundo y de la humanidad, pasando por la acción liberadora del Exodo israelita y culminando en el Misterio pascual de Jesucristo crucificado y resucitado. Es, sobre todo, el tiempo del Espíritu Santo, don de Cristo exaltado a la derecha del Padre, que obró el prodigio de la nueva creación que tuvo su comienzo en la glorificación del cuerpo del señor y prosiguió en el nacimiento de la Iglesia, cuyos primeros pasos recogen los Hechos de los Apóstoles. La acción del Espíritu prosigue en la Iglesia dándole y perfeccionando nuevos hijos, sobre todo en este tiempo especialmente sacramental de bautizos, primeras comuniones y confirmaciones, y manteniendo la tensión escatológica en la Iglesia que, como Esposa de Cristo, ansía pasar de esta Pascua a la eterna y que, junto con el mismo Espíritu clama: ¡Ven, Señor Jesús!
Canto: Resta con noi, oh, Signore, che gia scende la sera
Oración de San Francisco
Salmo 117, 1-4.22-27Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo
Canto: gloria tibi Domino
Noticia: Terremoto en Asia y ayuda humanitaria
Canto: El Señor es mi fortaleza
Evangelio: Mc 16, 9-15 (Id al mundo entero y predicad el Evangelio)
Canto: Surrexit Dominus vere, aleluya, aleluya
Surrexit Christus hodie, aleluya, aleluya
Peticiones: Señor, escúchanos; Cristo, óyenos
Padre Nuestro
Oración final
Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega.
Suyo es el tiempo y la eternidad.
A él la gloria y el poder; por los siglos de los siglos. Amén
Señor, Dios de la Vida, remueve la piedra de nuestro egoísmo, la piedra que ahoga nuestra esperanza,
la piedra que destruye el entusiasmo, la piedra que cierra el corazón al perdón.
Resucita en nosotros la alegría, las ganas de vivir, el deseo de soñar.
Haznos personas resucitadas, que no se dejan envolver por la muerte, sino que cuidan y alientan siempre el germen de vida en el que creen.
¡Feliz Pascua!.
Con Francisco, acabamos diciendo: Te adoramos, Señor Jesucristo, aquí y en todas las iglesias .
Canto: Christus resurrexit, Christus resurrexit, Amén, Aleluya