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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 16/08/2018

ESCUELA DE ORACIÓN:
El perdón es la llave de la libertad y la paz interior. Para pedir perdón se requiere humildad. Para perdonar se requiere misericordia. Ni la humildad ni la misericordia son fáciles. Pedir perdón supone reconocerse pecador. Perdonar supone tener un corazón como el de Jesús. En el mismo Padre nuestro, Jesús nos enseña a pedir perdón y perdonar. Dios en su infinita bondad nos tiende siempre su mano y está dispuesto a perdonarnos, el nos levanta y nos anima a seguir por el camino del bien.

Con Francisco decimos “Oh alto y glorioso Dios…”

Canto

SALMO 118
Abridme las puertas de la justicia para que entre yo a dar gracias al SEÑOR. Son las puertas del SEÑOR, por las que entran los justos. ¡Te daré gracias porque me respondiste, porque eres mi salvación! La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular. Esto ha sido obra del SEÑOR, y nos deja maravillados. Este es el día en que el SEÑOR actuó; regocijémonos y alegrémonos en él. SEÑOR, ¡danos la salvación! SEÑOR, ¡concédenos la victoria! Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR. Desde la casa del SEÑOR los bendeciremos. El SEÑOR es Dios y nos ilumina. Unámonos a la procesión portando ramas en la mano hasta los cuernos del altar Tú eres mi Dios, por eso te doy gracias; tú eres mi Dios, por eso te exalto. Demos gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

Canto

NOTICIA:
María Asunción Milá no se lo podía creer cuando hace unos dias recibió la llamada de la Secretaría de Comunicación del Vaticano para informarle de que el Papa había cambiado el Catecismo para declarar «inadmisible» la pena de muerte. Se lo había pedido varias veces por carta desde el primer mes de su Pontificado. «No quepo en mí de la alegría y satisfacción por la decisión del Papa más humilde que jamás he podido conocer», aseguró esta veterana defensora de los Derechos Humanos de 99 años que fue vicepresidenta de Amnistía Internacional en España.
Conocedora de la dificultad de que su carta fuese recibida por el Santo Padre, hizo varias copias del escrito y las fue enviando durante varios años. La primera carta decía: «Desde Sevilla, y a mis 93 años, le escribo para suplicarle por los pobres más pobres entre los pobres, por aquellos que en el corredor de la muerte de muchos países esperan a que se les quite lo último que tienen, que es la vida. Rogamos y suplicamos se suprima del Catecismo la legitimidad que otorga a este homicidio, que al ser un acto programado, legalizado y con liturgia propia, carece de las circunstancias por las que pudiera ser considerado un acto de legítima defensa», aseguraba la carta de Asunción.
En 2015 le entregó un duplicado al director del Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional, Luis Arroyo, quien fue recibido en audiencia por Francisco y pudo entregarle su encomienda. A los ocho días de esta audiencia, María Asunción recibió en su casa de Sevilla una carta escrita y rubricada por el Santo Padre: «Tomo en cuenta lo que me dice sobre el Catecismo y pediré que se estudie el cambio», contestaba el Papa a la propuesta de Milá.
La promesa se convirtió desde hace unos días en realidad. Siguiendo el rumbo marcado por Juan Pablo II en 1992 y 1997, el Papa Francisco ha decidido cambiar el Catecismo para declarar que «la pena de muerte es inadmisible» y añadir que la Iglesia «se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo». El Vaticano presentó estos pasados días, el nuevo texto junto con una carta explicativa a los obispos de todo el mundo.
El Santo Padre sale al paso de un repunte en el desprecio de la vida humana que ha llevado a una exaltación del homicidio de los distribuidores de droga en Filipinas y de las ejecuciones de narcotraficantes en Sri Lanka, o a la decisión del presidente Erdogan de reintroducir en Turquía la pena de muerte, abolida en 2004 con vistas al acercamiento a la Unión Europea.
La nueva redacción del artículo 2.267 del Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que «durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común». Pero añade que «hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves (…) se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado (…) y se han implementado sistemas de detención más eficaces». El artículo concluye: «Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que ‘la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona’, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo».

Canto

EVANGELIO (Jn.8, 3-11)
Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
Y como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los jovenes; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
Ella dijo: Ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

ORACION COMUNITARIA

PADRE NUESTRO

SALIDA:
En la solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios.

Canto: MAGNIFICAT

Con Francisco terminamos diciendo: Te adoramos….