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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 11/10/2018

ORACIÓN COMUNITARIA.JUEVES, 11 DE OCTUBRE DE 2018.

Nos reunimos en comunidad para orar ante el Cristo de San Damián al caer de la tarde.
Entra, Señor, pasa hasta el fondo, al silencio de mi corazón, más allá de mi cabeza ruidosa y de mi mente egocéntrica. Pasa y hazme sentir como Tú, acompañar como Tú. Porque quiero saber aliviar el dolor de los otros, perdonar siempre. Pasa, Señor, aunque yo no te busque, distraído en los afanes de la vida. Pasa y minimiza, Señor, nuestros miedos y vuélvenos misericordiosos, compasivos con los hermanos y pendientes de sus dificultades.

Con Francisco comenzamos orando: ¡ Oh alto…

CANTO: Resta con noi

Jeremías 1,4-8
El Señor se dirigió a mí y me dijo:
“Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes que nacieras, ya te había apartado y te había destinado a ser profeta de las naciones.”
Yo contesté:
“¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!”
Pero el Señor me dijo:
“No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande y dirás lo que yo te diga.
No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte.
Yo, el Señor, doy mi palabra.”

SILENCIO

CANTO: Tú me has llamado

NOTICIA: Los preferidos
Casi todas las mañanas llega a nuestra portería nuestro amigo Francisco Javier. Viene con su botella y nos pide que se la llenemos de agua. A veces nos trae pan; otras, refrescos, jabón… Son cosas que con frecuencia le regalan en las tiendas, porque las pide para sus monjas. Como ya le conocen, prefieren darle algo del establecimiento para que se vaya conforme y así evitar entrar en conflicto con él.
Francisco Javier tiene esquizofrenia paranoide. Él mismo se lo dice a cualquiera, asumiendo su enfermedad en la medida que puede. Es un pobre hombre al que algunas personas le tienen miedo por su aspecto desgarbado y su forma de hablar, un tanto misteriosa y solemne. Viene a nuestro convento con el pretexto de traernos algo o de pedirnos agua, pero lo que busca es que le curemos un poco su soledad. Aquí se siente querido, somos sus amigas. Le gusta charlar y comprobar que le tratamos con cariño. Luego se va contento, un poco más confortado por saber que cuenta para alguien.
Carmen, que vive en el mismo centro que Francisco, aprendió igualmente el camino hasta nuestra iglesia. Le encanta venir a Misa y la ronda de besos, acercándose a cada una de las hermanas. Nos dice que le han aumentado la medicación y que ahora está cogiendo peso, pero que está bien; que pronto vendrán los suyos a visitarla… Carmen se siente a gusto con nosotras y nos cuenta sus penas. Se va luego contenta, consolada, porque sabe que la queremos.
Ellos y otros muchos son los pequeños de los que habla Jesús en el Evangelio. Se nos olvida que son también nuestros, de los que nos consideramos normales, los que creemos que hacemos cosas importantes y vamos con prisa a todos lados mientras atendemos al móvil, sin mirar a nadie. Pero tenemos que cuidarlos entre todos con nuestra acogida en la mirada, en la sonrisa, en la palabra. Posiblemente será justo en el momento más inoportuno cuando ellos se crucen con nosotros a reclamar nuestra atención; es ahí, en ese preciso instante cuando Dios, a través de sus preferidos, nos quiere hablar al corazón.

SILENCIO

CANTO: Dios está con los humildes

EVANGELIO: Lucas 9,46-48
Los discípulos se pusieron a discutir quién de ellos sería el más importante. Jesús, al darse cuenta de lo que estaban pensando, tomó a un niño, lo puso junto a él y les dijo:
–El que recibe a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me envió. Por eso, el más insignificante entre todos vosotros, ese será el más importante.

SILENCIO

CANTO: Hazme, Señor, pequeño y hermano.

ORACIÓN COMPARTIDA

PADRENUESTRO

SALIDA:
Despiértame, Señor, aunque los demás no me noten dormido.
Espabílame para encontrar la salvación que se acerca,
ábreme los ojos al hermano y los oídos a su necesidad,
para saber poner mis manos y mis pies a su disposición,
para facilitarle el camino de la vida,
para caminar, crecer, avanzar y, así, salvarnos juntos.

Con Francisco terminamos diciendo: “Te adoramos…”

CANTO: Jubilate, servit