Oración Comunitaria 12/04/2018
Ambientación
El encuentro con el Resucitado nos ‘re-crea’, nos hace nuevos cada día; nos revitaliza en el que es la Vida (cfr. Jn 10,10); nos renueva invitándonos a nacer de nuevo, como a Nicodemo (Jn 4); nos reestructura desde la fuerza dinamizadora del Espíritu que todo lo flexibiliza, lo alienta y lo transforma; nos reconforta con los dones y carismas que nos regala, para fortalecer a los demás en sus luchas y dificultades; nos reunifica incorporándonos a todo lo que construye el nuevo cuerpo, como nuevo templo del Espíritu; nos reaviva en los momentos en los que andamos como cabizbajos o vueltos hacia nosotros mismos; nos rehace hacia la centralidad del núcleo de nuestra fe que confesamos en el Credo; nos reconstruye la figura de Jesús para vivir lo que debe ser tarea principal de la vida del cristiano; nos recupera la infancia perdida y nos vuelve a la ingenuidad de lo gratuito, el valor de la transparencia a la palabra dada, de la bondad, de los sentimientos unidos a la sencillez y a la provisionalidad del que ha puesto su confianza en el Señor; nos reúne para formar la fraternidad de hijos que llaman a Dios: «¡Abba, Padre!»; nos recoge como una gallina a sus polluelos o una madre que cuida de sus criaturas; nos reorienta hacia la luz pascual que ilumina todo, para que caminemos como hijos de la Luz en los senderos de la vida; nos refresca para que saciemos nuestra sed en pozos que contienen agua transparente, y que nos recuerdan que fuimos incorporados a la Iglesia por el agua y por el Espíritu; nos recupera de los cansancios de la vida al ponernos en camino del que es el Camino (Jn 14,6); se trata de que, desde sus llagas misericordiosas que nos han curado, reaprendamos a ser cristianos que sepan dar respuestas válidas para el hombre de hoy; nos resucita, nos vuelve a la vida, desde las claves del que –muerto el que es la Vida triunfante– se levanta y nos levanta para que resucitemos con él.
Con Francisco decimos: “Oh Alto...”
Salmo 15
Guardame, oh Dios, pues me refugio en Tí.
Yo le he dicho: “Tú eres mi Señor,
no hay dicha para mí fuera de Tí.
Yo bendigo al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye mi conciencia.
Ante mí tengo siempre al Señor,
porque está a mi derecha jamás vacilaré.
Por eso está alegre mi corazón,
mis sentidos rebosan de júbilo,
y, aún mi carne, descansa segura:
pues Tú no darás mi alma a la muerte,
ni dejarás que se pudra tu amigo.
Me enseñarás la senda de la vida,
gozos y plenitud en tu presencia,
delicias para siempre a tu derecha.
Noticia
En la noche de Pascua más de 4.000 adultos franceses recibieron el Bautismo. Casi el 60 % tenían entre 18 y 35 años, y un 22 % no habían heredado ninguna tradición religiosa al nacer. Fenómenos similares, con cifras más modestas, suceden cada año en muchos países europeos,y de modo aún más clamoroso en los Estados Unidos. Asistimos a un proceso de derrumbamiento y reconstrucción que hace pensar en la imagen dibujada por el poeta T. S. Eliot: la Iglesia es como un templo que debe estar edificándose siempre, ya que su condición histórica es la de derrumbarse por dentro y ser atacada desde fuera.
La figura del teniente coronel Arnaud Beltrame, que murió en un reciente atentado tras ofre-cerse a cambio de una mujer retenida por un yihadista, refleja ese mismo proceso. Creció en una familia de tradición cristiana en la que ya se había enfriado la vibración de la fe; solo a sus 33 años reencontró el cristianismo como vida real, no como un conjunto de ideas y costumbres. Entonces emprendió un largo camino acompañado por algunos testigos, alimentado por la liturgia y la catequesis, que le permitió redescubrir en todo su brillo la cultura cristiana y le introdujo en el ejercicio cotidiano de la caridad. Únicamente así se entiende el gesto supremo de entregar su vida por una desconocida, que va mucho más allá del cumplimiento de su deber como policía. Se entiende que Francia le haya reconocido como héroe nacional, pero sin despreciar en absoluto el valor civil del heroísmo, su testimonio habla de algo que está más allá de los códigos y las fuerzas humanas. Recordemos que el Papa Francisco ha abierto un nuevo camino para el reconocimiento de la santidad al considerar que «son dignos de consideración y honor especial aquellos cristianos que, siguiendo más de cerca los pasos y las enseñanzas del Señor Jesús, han ofrecido voluntaria y libremente su vida por los demás y perseverado hasta la muerte en este propósito».
En muchos lugares de Europa somos testigos de un pavoroso abandono de la fe cristiana, con todas sus consecuencias existenciales, sociales y políticas. Pero también asistimos al rebrotar de la planta humilde de la fe, a veces donde menos lo esperábamos, y esa planta da frutos que dejan boquiabierto al mundo. No es tiempo de nostalgias porque el cristiano -la Pascua lo proclama- vive del Señor que ha vencido a la muerte. Es el tiempo de multiplicar un testimonio que suscita historias como la de Arnaud.
Evangelio: Lucas 24
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. Él les dijo: "¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?" Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: "¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?" El les dijo: "¿Qué cosas?" Ellos le dijeron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron." El les dijo: "¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?" Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado." Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
Peticiones y Acción de Gracias
Padrenuestro
Salida
Padre resucitado, que sienta la paz que me muestras, que no se cierren mis “puertas” por el miedo.
Que me aferre al Espíritu que me regalas, para vivir intensamente el compromiso de sentirme enviado…
Señor mío y Dios mío, perdona mis debilidades, mis dudas, mis temores…porque aun siendo a veces como Tomás, deseo buscarte, estar contigo… Porque aunque me encierre en mis silencios o en mis ruidos, en mis comodidades o en mis ocupaciones…Tú sabes cómo entrar en mi vida, como hacerla distinta, como insuflar aire en mis vacíos y oxigenar mi alma endurecida.
Que el Espíritu renovado de la resurrección, nacido de la victoria sobre la muerte y alimentado por el Amor más generoso, impulse mi fe, mi permanencia en Tí, y aliente el ánimo de quien quiere quererte, seguirte y responderte.