Oración Comunitaria 05/04/2018
ESCUELA DE ORACIÓN:
EL ENCUENTRO CON CRISTO RESUCITADO NOS «RE-CREA»
Volver al centro del evangelio es encontrarse con Jesucristo: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con el acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva…» (DCE 1 y EG 7).
El encuentro con Dios-Amor abarca la totalidad de la persona, tanto en su entendimiento como en su voluntad. Podemos creer y comprometernos, yendo de cima en cima… pero, en cuestiones de amor, nunca llegaremos a la altura definitiva; siempre estamos en búsqueda, en travesía, en el camino de Jesús que nos lleva a una entrega definitiva con todos los que nos encontramos con él, como peregrinos de la fe. El encuentro con Jesús es una luz que nos da fuerzas para vivir y acompañar a los demás, dejando que él viva en nosotros y nos lleve a amar como nos amó, hasta el extremo y sin medida, fortalecidos por la gracia que nos mantiene perseverantes en ese amor primero que no pasa y que nos hace fructificar en buenas obras (cfr. Ef 2,4-10).
El encuentro con el Resucitado es una invitación a volver a la fuente, donde refrescamos el seguimiento que nos moviliza la vida entera, para vivir con alegría el don de Dios que nos envía a anunciar el Evangelio, una vez que hemos sido rescatados de nuestra autorreferencialidad (EG 8). No es lo mismo caminar desde el encuentro con Jesús que andar solos, sin poder descansar en los brazos del Padre ni alimentarnos del pan de la Palabra y de la Eucaristía. No es lo mismo tratar a los demás desde los valores del evangelio, que no tener dichos valores evangélicos. La Palabra es luz que nos ilumina y sal que sazona (cf. Mt 6,13) y nos recuerda que el otro es «imagen y semejanza de Dios».
Con Francisco comenzamos diciendo "Oh alto y glorioso Dios...."
PRIMERA LECTURA: Salmo 32 Himno al poder y a la providencia de Dios
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones:
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
el ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.
Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante El los habitantes del orbe:
porque El lo dijo, y existió,
El lo mandó y surgió.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que El se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
El modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.
No vence el rey por su gran ejército,
no escapa el soldado por su mucha fuerza,
nada valen sus caballos para la victoria,
ni por su gran ejército se salvan.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros aguardamos al Señor:
El es nuestro auxilio y escudo;
con El se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
NOTICIA:
"Francisco y Martin Luther King han dirigido la atención universal a una nueva visión del mundo"
Entre Martin Luther King y el Papa Francisco existe una gran sintonía, hasta el punto de que los dos comparten una convicción: que "el único futuro digno de la persona humana es el que incluye a todos". Esa es la opinión que ha compartido Ivan Jurkovič, el Observador de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra, quien ha querido destacar el ejemplo de la "no violencia" y la "fraternidad universal" que ha tomado el Papa del profeta estadounidense en el 50 aniversario de la muerte de éste, que se celebró ayer.
El 4 de abril es el aniversario del fallecimiento de King, líder afroamericano y Premio Nobel de la Paz, quien fue asesinado en Memphis, en Tennessee, mientras estaba comprometido en una campaña en favor de los trabajadores afroamericanos. Pocos días después, a la hora del Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Papa Pablo VI -quien lo había recibido en la Ciudad del Vaticano en 1964- expresó su dolor por el asesinato de un"inerme y cristiano profeta de la integración racial".
La figura del pastor afroamericano también es fuente de inspiración para el Santo Padre Francisco, quien hizo referencia a esta personalidad en el histórico discurso que pronunció en el Congreso de los Estados Unidos de América el 24 de septiembre de 2015 y quien -hace menos de un mes- recibió en audiencia a Bernice Albertine, la hija menor de Martin Luther King, que también está comprometida en favor de la no-violencia y contra todo tipo de discriminación.
Martin Luther King, es un personaje monumental en la historia de la defensa de los derechos del hombre. Se podría decir, sin dudas, que con él comienza un "período nuevo", acompañado también por un desarrollo general de la sociedad, de la democracia, etc.
Tanto el Papa Francisco como Martin Luther King son dos personas que han dirigido la atención universal a una nueva visión del mundo. Ciertamente, Martin Luther King lo hizo en defensa de los derechos humanos de la población afroamericana; mientras el Papa, en cambio, trae una nueva visión de la Iglesia. Ambos responden a dos nuevos principios: el primero es la no violencia, un principio que se ha vuelto tan problemático hoy, frente a las tantas acciones violentas que vemos a nuestro alrededor. Y después el principio de la fraternidad universal: considerar a todas las personas como destinatarias de la misma fraternidad.
La visibilidad sólo se alcanza a través de los personajes: los grandes temas de la humanidad deben ser defendidos por las grandes personalidades. El Papa Francisco lo hace -lo hace de manera espléndida- y todos reconocen este papel suyo que se ha ganado en tan breve tiempo. El Papa cree que el único futuro digno de la persona humana es el que incluye a todos. Y debemos perseguir y defender esta visión, que también es la de Martin Luther King: todos podemos ser felices, pero esto sólo se produce si todos son incluidos, desde el último hasta el más privilegiado y viceversa.
SEGUNDA LECTURA: Hch. 4, 32-35
El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.
PETICIONES Y ACCIONES DE GRACIAS:
PADRENUESTRO:
SALIDA:
No pido milagros y visiones Señor, pido la fuerza para la vida diaria.
Enséñame el arte de los pequeños pasos.
Hazme hábil y creativo para notar a tiempo,
en la multiplicidad y variedad de lo cotidiano,
los conocimientos y experiencias que me atañen personalmente.
Ayúdame a distribuir correctamente mi tiempo.
Dame capacidad de distinguir lo esencial de lo secundario.
Te pido fuerza, autocontrol y equilibrio, para no dejarme llevar por la
ida y organizar sabiamente el curso del día.
Ayúdame a hacer cada cosa de mi presente lo mejor posible, y a reconocer que esta hora es la mas importante.
Guárdame de la ingenua creencia de que en la vida todo debe salir bien.
Otórgame la lucidez de reconocer que las dificultades, las derrotas, los fracasos son oportunidades en la vida para crecer y madurar.
Envíame en el momento justo a alguien que tenga el valor de decirme la verdad con amor.
Haz de mí un ser humano que se sienta unido a los que sufren.
Permíteme entregarles en el momento preciso un instante de bondad, con o sin palabras.
No me des lo que yo pido, sino lo que necesito.
En tus manos me entrego. Enseñame el arte de los pequeños pasos.
Con Francisco terminamos cantando.
Pascua en el corazón de Europa
En la noche de Pascua más de 4.000 adultos franceses recibieron el Bautismo. Casi el 60 % tenían entre 18 y 35 años, y un 22 % no habían heredado ninguna tradición religiosa al nacer. Fenómenos similares, con cifras más modestas, suceden cada año en muchos países europeos, y de modo aún más clamoroso en los Estados Unidos. Vemos en acto un proceso de derrumbamiento y reconstrucción que hace pensar en la imagen dibujada por el poeta T. S. Eliot: la Iglesia es como un templo que debe estar edificán-dose siempre, ya que su condición histórica es la de derrumbarse por dentro y ser ataca-da desde fuera.
La figura del teniente coronel Arnaud Beltrame, que murió en un reciente atenta-do tras ofrecerse a cambio de una mujer retenida por un yihadista, refleja ese mismo proceso. Creció en una familia de tradición cristiana en la que ya se había enfriado la vi-bración de la fe; solo a sus 33 años reencontró el cristianismo como vida real, no como un conjunto de ideas y costumbres. Entonces emprendió un largo camino acompañado por algunos testigos, alimentado por la liturgia y la catequesis, que le permitió redescu-brir en todo su brillo la cultura cristiana y le introdujo en el ejercicio cotidiano de la ca-ridad. Únicamente así se entiende el gesto supremo de entregar su vida por una desco-nocida, que va mucho más allá del cumplimiento de su deber como policía. Se entiende que Francia le haya reconocido como héroe nacional, pero sin despreciar en absoluto el valor civil del heroísmo, su testimonio habla de algo que está más allá de los códigos y las fuerzas humanas. Recordemos que el Papa Francisco ha abierto un nuevo camino pa-ra el reconocimiento de la santidad al considerar que «son dignos de consideración y ho-nor especial aquellos cristianos que, siguiendo más de cerca los pasos y las enseñanzas del Señor Jesús, han ofrecido voluntaria y libremente su vida por los demás y persevera-do hasta la muerte en este propósito».
En muchos lugares de Europa somos testigos de un pavoroso abandono de la fe cristiana, con todas sus consecuencias existenciales, sociales y políticas. Pero también asistimos al rebrotar de la planta humilde de la fe, a veces donde menos lo esperábamos, y esa planta da frutos que dejan boquiabierto al mundo. No es tiempo de nostalgias por-que el cristiano, la Pascua lo proclama, vive del Señor que ha vencido a la muerte. Es el tiempo de multiplicar un testimonio que suscita historias como la de Arnaud.