Oración Comunitaria 02/11/2017
ESCUELA DE ORACIÓN:
¿De verdad queremos ser felices? ¿Quién no busca la felicidad? Todos la buscamos de un modo u otro. Soñamos con un buen trabajo, una familia feliz y perfecta, una vida cómoda con coche, casa, vacaciones… pero ¿es ésto lo que nos da la verdadera felicidad? Ayer fue el Día de los Santos. ¿Conocéis a algún santo que haya tenido una vida regalada? Sin embargo son dichosos y están felices. Ellos habían edificado su casa sobre roca. La felicidad que nos ofrece Jesús se basa en la confianza en un Dios que nos ha creado a ti, a mi y a todos los que nos rodean. Pongamos nuestro corazón en una vida eterna que comienza hoy y aquí, luchando con humildad, aceptando las alegrías y las penas como parte de una misma vida.
Señor, en esta tarde limpia nuestro corazón de tantas cosas que nos sobran y ayúdanos a edificar nuestra casa sobre roca firme. Enséñanos poco a poco cuál es el camino de la verdadera felicidad siguiendo tus caminos.
Con las palabras de Francisco comenzamos diciendo: “Oh Alto y Glorioso Dios...”
SALMO 84
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor del universo!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichoso el que encuentra en ti su fuerza
y tiene sus caminos en tu corazón.
Cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana los
cubriera de bendiciones;
Fíjate, oh Dios, escudo nuestro,
mira el rostro de tu Ungido.
Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la cada de Dios
a vivir con los malvados.
NOTICIA: Volver a nacer
La Iglesia quiere promover una dimensión restaurativa de la justicia, aquella que devuelve el protagonismo a la víctima y cuida también al agresor para que no vuelva a reincidir. La escucha, la mediación, el perdón y la reconciliación son las bien aquello que hacen los capellanes de prisiones y los miles de voluntarios que dedican su tiempo a ayudar a los más marginados de la sociedad. Es en este marco en el que se inserta la propuesta de la Iglesia, que viene trabajando desde hace años, en torno a la llamada justicia restaurativa, aquella que busca que el infractor tome conciencia de sus actos y consecuencias, se produzca un encuentro donde pida perdón a la víctima e incluso pueda reparar el daño.
Para alcanzar la mediación que desemboque en la justicia restaurativa se ha de partir del acompañamiento. Lo principal y más importantze es acompañar y estar al lado de las personas que han cometido un delito. Hay un deseo de reparación.
En este proceso, el perdón es muy importante, pues muchos internos viven con dolor y sufrimiento los delitos que han cometido, y aunque tienen que pagar su pena y es bueno que así sea, sienten un gran alivio al verse reconciliados con Dios. El proceso en búsqueda del perdón es también enormemente complejo y difiere en cada persona con una dimensión personal y comunitaria.
«Siempre que el interno afirma que quiere, de algún modo, ponerse en contacto con la víctima, ahí se inicia el proceso de mediación», al tiempo que reconoce que el capellán es en la cárcel de los pocos contactos que los presos tienen con el exterior y una presencia gratificante. También para los funcionarios de prisiones, que valoran mucho la presencia religiosa.
De hecho, lo que más piden al sacerdote es hablar: «Todos los días tengo instancias en mi mesa que me piden un rato de conversación. Yo voy por los distintos módulos y suelo hablar con ellos en el patio, paseando, aunque si es un tema delicado o quieren confesarse nos vamos a un despacho. Como no somos ni funcionarios ni representamos al Estado, nos cuentan cosas que no cuentan a nadie».
NUEVO TESTAMENTO: Lectura de libro del Apocalipsis 7, 9
Yo, Juan, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano.
Y uno de los Ancianos me dijo: «Éstos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios y le rinden culto día y noche en su Templo.
El que está sentado en el trono extenderá su carpa sobre ellos: nunca más padecerán hambre ni sed, ni serán agobiados por el sol o el calor. Porque el Cordero que está en medio del trono será su Pastor y los conducirá hacia los manantiales de agua viva. Y Dios secará toda lágrima de sus ojos».
SALIDA
Señor, danos luz y fuerza para renunciar a lo que nos separa de ti, de los hermanos, de la felicidad más grande No permitas que acaparemos bienes, porque provocaremos muchas injusticias! No permitas que vivamos para consumir, porque siempre tendremos más hambre! No permitas que hagamos llorar a los demás, porque hemos nacido para consolar! No permitas que seamos duros y violentos, porque llevaremos la guerra dentro y nos destruiremos! No permitas que únicamente busquemos el placer, porque jamás sabremos qué es amar! No permitas que sólo busquemos el aplauso, porque nunca nos sentiremos satisfechos! No permitas que nos creamos autosuficientes, porque nos encontraremos vacíos! No permitas que demos culto al ego, porque así nunca seremos queridos! Señor, danos luz y fuerza para seguirte, para seguir el camino de la bienaventuranza. Ayúdanos a acogerte en nuestras vidas, porque estaremos llenos de luz. Ayúdanos a ponernos en tu manos porque sólo así viviremos seguros. Ayúdanos a optar por el servicio, porque Tu nos sirves continuamente. Ayúdanos a compartir nuestros bienes, porque Tú nos dejarás que nos falte la harina y el aceite. Ayúdanos a hacer sonreír a los que lloran, porque Tú nos miras y nos muestras tu sonrisa. Ayúdanos a ser no-violentos, profetas de la paz, porque así construimos un mundo nuevo. Ayúdanos a defender al perseguido, porque Tú eres y serás defensor. Ayúdanos a no vivir para nosotros mismos, porque Tú entregaste la vida por todos.
Con Francisco terminados diciendo: “ Te adoramos...”