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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 27/01/2005

• ESCUELA DE ORACIÓN

VI. EL CUIDADO DE LA ORACIÓN CRISTIANA

112.- En esta última parte de nuestra Carta Pastoral queremos plantearnos de manera más práctica y concreta qué podemos hacer para cuidar mejor la oración en nuestra vida personal, en el hogar y en la comunidad cristiana.

En la vida personal

113.- La primera responsabilidad de todos es cuidar nuestra propia oración personal, sin limitarnos solamente a participar en las celebraciones litúrgicas o a rezar con otros de vez en cuando. Cada uno hemos de escuchar la invitación de Jesús: “Tú, cuando quieras orar, métete en tu cuarto… y ora a tu Padre que está en lo escondido” (Mt 6,6)

• Asegurar el recogimiento

114.- Los hombres y mujeres de hoy hemos aprendido muchas cosas, pero, a veces, no sabemos llegar hasta nuestro interior. La vida moderna nos dispersa en mil ocupaciones, contactos e impresiones. Necesitamos de vez en cuando “encontrarnos con nosotros mismos”. El recogimiento es un proceso que nos lleva de lo superficial a lo más profundo de nosotros, de la exterioridad hacia el interior, de la dispersión a la unificación. Así aconsejaba san Agustín: “No salgas de ti, en el hombre interior habita la verdad.

115.- Recogimiento no quiere decir aislamiento o ensimismamiento. El cristiano se recoge para “ponerse en presencia de Dios”, Para disponerse al encuentro con él. Las técnicas pueden servir (zen, yoga, meditación trascendental, actitud corporal) con tal de que no quedemos prisioneros de nuestros ejercicios. No hemos de dejarnos coger tampoco por el perfeccionismo. lo importante es el anhelo de Dios, la apertura confiada a su amor

• CANTO: Todo está en tu adentro

• SALMO 62:
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tine ansia de ti, como tierra reseca, agotada, sin agua.
¡Cómo tre contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria. Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo

• CANTO: Bonum est confidere in Domino, bonum sperare in Domino

• Noticia: La Iglesia se moja
El maremoto ocurrido el pasado 26 de Diciembre en el sureste asiático ha dejado tras de sí cientos de miles de victimas y un paisaje de destrucción prácticamente inimaginable, si no fuera por las imágenes que durante estas últimas semanas nos ha ido ofreciendo los medios de comunicación. Indonesia, Sri Lanka, Tailandia, la India, y en menor medida, Malasia, Maldivas, Bangladesh y Burma, se enfrentan a un futuro lleno de incertidumbre ante la labor de reconstrucción que hay que llevar a cabo en aquellas zonas en las que el “tsunami” arrasó con todo lo que encontró a su devastador paso. Como sucede en casi todos los casos en los que la naturaleza muestra su lado más destructor, el mayor número de víctimas hay que buscarlo entre aquellos hombres, mujeres y niños que viven, o vivían, en condiciones de vida muy precaria e incluso infrahumana.
La magnitud de la catástrofe ha desatado una auténtica oleada de solidaridad en todo el mundo. Cientos de ONG han enviado sus recursos económicos y humanos para atender a las víctimas supervivientes en el mismo lugar de los hechos. Los gobiernos de numerosos países, especialmente los más ricos, como no podía ser de otra manera, han liberado cientos de millones de dolares para cubrir la situación de emergencia, aunque luego habrá que ver lo que en realidad han aportado, pues buena parte del dinero antes o después tendrá que ser devuelto, aunque sea en créditos blandos, con muy bajos intereses. los organismos financieros internacionales también han hablado de una moratoria en el pago de la deuda externa, de manera que esos recursos se puedan destinar a la reconstrucción de infraestructuras y a cubrir la necesidades humanitarias más acuciantes.
En medio de este “maremoto” de solidaridad queremos destacar también la acción de la Iglesia allí y aquí. La Iglesia, una vez más, se ha mojado en la atención a las víctimas. Desde aquí con campañas de información y sensibilización, con la aportación económica de miles de cristianos que, a través de distintas organizaciones (Cáritas, Manos Unidas, Ayuda a la Iglesia Necesitada, ONGs vinculadas a órdenes religiosas), han querido paliar con su dinero tanto mal. En los países del Golfo de Bengala los religiosos y religiosas, los sacerdotes, los miles de voluntarios y voluntarias de las distintas Cáritas nacionales han abierto los templos y los colegios para acoger a quienes se han quedado sin nada: sin familia, sin hogar, sin trabajo,… y muchos quizá sin esperanza. Han abierto sus corazones y sus manos para ponerse al servicio de las miles de personas que pueden atender dándoles alimetos, agua, rops, medicinas, atención sanitaria y psicológica, acompañándoles, en definitiva, en su dolor. A cambio de nada y con el compromiso de seguir trabajando cuando los periodistas y las cámaras de televisión abandonen estas tierras ahora dramáticamente bañadas por el océano Indico. Una vez más, la Iglesia, que sabemos imperfecta, ha mostrado su rostro samaritano con quienes la naturaleza ha maltratado, sin importar ni la condición, ni la étnia, ni el credo, sólo el ser humano.

• CANTO: Ubi Charitas

• Evangelio: Lc 7,(36-50)
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado, se dijo: “Si éste fuera profeta, sabría quien es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora”. Jesús tomó la palabra y le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. El respondió: “Dímelo, maestro”. Jesús le dijo: “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más” Simón contestó: “Supongo que aquel a quien le perdonó más” . Jesús le dijo: “Has juzgado rectamente” Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: “Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella en cambio me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella en cambio me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor: pero al que poco se le perdona, poco ama”. Y a ella le dijo: “Tus pecados están perdonados”. Los demás convidados empezaron a decir entre sí: “¿quién es éste, que hasta perdona pecados? Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”

• CANTO: El Señor es mi fortaleza

CANTO DE SALIDA: Te adoramos s