Oración Comunitaria 01/12/2016
ENTRADA:
Nos reunimos un jueves más, para encontrarnos con el Padre y con los hermanos, en este nuevo tiempo que la Iglesia nos ofrece. Este adviento nos iniciamos en oportunidades para pararnos y tomar decisiones drásticas, en oportunidades de estrenar nuevos planteamientos, nuevos deseos, nuevas actitudes… de empezar de cero y de mirar lo que tenemos delante con entusiasmo. Todo está por hacer…, todo puede ensayarse… Comienza el camino hacia territorios esenciales en nosotros mismos, aquellos que constituyen el centro de nuestra vida y desde los que configuramos nuestra escala de valores, nuestras opciones, nuestras acciones para este “llamados a ser comunidad” que nos va permitiendo ascender, crecer e ir configurándonos con Jesús, sus valores y su gran proyecto, el Reino de Dios.
Con estas ganas de replantear nuestra vida, como un día hizo Francisco, comenzamos diciendo con él: “Oh alto y glorioso Dios…”
PRIMERA LECTURA – Isaías 55, 6-11
Buscad al Señor ahora que lo podéis
encontrar,
llamadlo ahora que está cerca.
Que el malvado deje sus caminos
y el criminal sus proyectos;
volveos al Señor, que tendrá compasión de
vosotros;
volveos a nuestro Dios, que está siempre
dispuesto a perdonar.
Porque mis proyectos no son los vuestros,
ni es como la vuestra mi manera de actuar.
Como el cielo está por encima de la tierra,
así también mis proyectos y mi manera de
actuar
son superiores a los vuestros.
Como la lluvia y la nieve bajan del cielo,
y no vuelven allá, sino que empapan la
tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
y producen la semilla para sembrar y el pan
para comer,
así será la palabra que sale de mis labios
no volverá a mi con las manos vacías
sino que hace lo que yo quiero
y cumple la orden que le doy.
NOTICIA
Miguel Caballero es un sevillano de 31
años que cursa un doctorado en la Universidad de Princeton, en EEUU. Tiene
pareja, practica deporte y viaja con frecuencia.
Se enteró de que era portador del virus
del sida cinco días antes de defender su propuesta de tesis doctoral y dos
semanas antes de trasladarse unos meses a La Habana. ”Fue una sorpresa y una
bomba, ¡no entendía nada”, confiesa.
El tiempo que pasó en Cuba, prácticamente
incomunicado, le sirvió para reflexionar y tomar una determinación. Decidió
explicar a todo el mundo que era seropositivo. “No quería estar en el perverso
armario del VIH”. Tras contárselo a su familia y amigos, una experiencia que
califica casi como de catarsis, lo publicó en Facebook para que todos sus
contactos fueran conocedores de su condición.
La culpabilidad, el pudor y el miedo
suelen ser sentimientos habituales que experimentan las personas que reciben un
resultado positivo en la prueba del VIH. “Yo no sentía vergüenza y los temores
hay que combatirlos”, asegura. “La culpa está basada en el problema que tiene
esta sociedad con la sexualidad, particularmente si eres homosexual”, remarca.
Un virus con la fatal historia que
arrastra el VIH hace inevitable pensar en la muerte al ser diagnosticado.
Miguel confiesa que ahora le ha perdido el respeto que antes quizás le tenía y
que, de todos modos, él no quiere “vivir muchos años, sino vivir muy bien”.
Nunca ha tenido ningún síntoma ni
problema de salud relacionado con el virus. Cuenta que una de las pocas cosas
que le diferencia de un seronegativo es que él se toma una pastilla cada
mañana. A él nunca le ha causado tampoco ningún efecto secundario la
medicación.
Con una esperanza de vida casi
equiparable a la del resto de la población, Miguel pone mucho énfasis en
remarcar que hoy en día se puede vivir con plenitud pese al VIH. “Puedes formar
la misma familia y tener el mismo trabajo que querías”, apostilla.
EVANGELIO – Mt 7, 21-27
No
todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el reino de los cielos, sino
solo los que hacen la voluntad de mi Padre. Aquel día muchos me dirán: ‘Señor,
Señor, nosotros hablamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros.’ Pero
yo les contestaré: ‘Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, malhechores!’
Todo
el que oye mis palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que
construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron
los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la
roca. Pero todo el que oye mis palabras
y no las pone en práctica, es como un tonto que construyó su casa sobre la
arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se
derrumbó.
PETICIONES
PADRENUESTRO
SALIDA