Oración Comunitaria 11/02/2016
TERCERA EDAD
Escuela de oración: En este primer jueves de
cuaresma y coincidiendo con la semana del enfermo, queremos tener presentes a
nuestro mayores, quienes tienen una experiencia profunda de de la
vida. Ellos pueden percibir como poco a poco la vida va imponiendo sus límites:
una experiencia profunda en la que
empiezan a relevarlos en sus puestos de trabajo, se va perdiendo relevancia
social, ya no pueden ser autónomos y les cuesta depender de los otros, el
deterioro de la salud y del cuerpo. El temor a la soledad, el rechazo de la finitud y la perspectiva de la
muerte.
Hay situaciones
difíciles y dolorosas en la vida de los ancianos, donde son rechazados,
denigrados, abandonados donde ellos no pueden vivir con la dignidad propia de
seres humanos en estos años y nos dice el Papa Francisco: “Hay una eutanasia escondida; es decir, no
se cuida a los ancianos. Pero también hay una eutanasia cultural: no se les
deja hablar ni actuar”. Vamos a orar con
ellos y por ellos en esta tarde diciendo juntos: Oh alto y glorioso Dios…
Canción: En mi debilidad
1ª Lectura: Salmo 71, 5-6; 9; 17- 18
Tú, Dios mío, fuiste mi
esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba
en ti;
en el seno, tú me sostenías;
siempre he confiado en ti.
No me rechaces ahora en la vejez;
me van faltando fuerzas; no me abandones
Dios mío, me instruiste desde mi
juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.
Ahora, en la vejez y las canas,
no me abandones, Dios mío.
Canción: Sin tu misericordia
Noticia:
Para los ancianos, en
general, la soledad es una situación no deseada ni buscada y muy personal, es
decir, lo que para una persona puede ser una situación más o menos aceptable,
para otra puede ser tremendamente angustiosa.
La soledad es un problema relativamente
frecuente entre los ancianos. Algunos grupos son más vulnerables y proclives a
padecerla: los inmigrantes, las personas apenadas o con escasos recursos
familiares y sociales o aquellos limitados por incapacidades físicas. La
soledad puede verse exacerbada por la falta de dinero y manifestarse entre
aquellos ancianos ingresados en instituciones o residencias.
La soledad, sin embargo, no puede ser
vista exclusivamente como el resultado simple y directo de las circunstancias
sociales. A menudo se confunde con el aislamiento social, es decir, la falta de
contactos sociales que una persona tiene. Sin embargo, el bienestar puede no
estar correlacionado positivamente con el contacto social; depende en gran medida
de la naturaleza de los contactos que se establezcan.
Para algunas personas, la soledad es una
forma de vida que encaja perfectamente con su carácter o personalidad. Algunas
personas pueden sentirse solas incluso entre una multitud; otras, en cambio,
que tienen menos necesidades de contacto social, pueden no sentirse tan solos
incluso si no reciben visitas.
La mayoría de las personas que
experimentan la soledad son los ancianos mayores, los viudos y las viudas y las
personas con incapacidad. El problema es muchas veces serio en los ancianos
ingresados en residencias. También la experimentan con frecuencia mujeres
mayores casadas, ancianos que viven con hijos casados y los inmigrantes de
otros países, especialmente aquellos que no hablan bien la lengua.
Se ha podido comprobar que la soledad es
menos frecuente en aquellas áreas rurales en las que todavía permanece un
sentimiento de comunidad.
La familia desempeña un destacado papel en
la prevención de este problema y en nuestro país, que tradicionalmente ha
contado con una institución tan importante como es una familia muy fuerte y
desarrollada, la soledad de los ancianos, aún existente, no es tan grave como
en otros países donde la familia no es el núcleo de la sociedad.
Canción: Entra en mi noche Señor
2ª Lectura: Lucas 2, 25-38.
Había también allí una
profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada
en años, que, casada en su juventud,
había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda,
y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios
noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso
a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la
redención de Jerusalén.
Peticiones y acciones de gracias.
Padrenuestro.
Despedida:
- Dichoso el anciano que valora su ancianidad, porque en su atardecer
sabrá dar gracias a Dios por el gran don de la vida.
- Dichoso el anciano que es portador de paz y energía creadora, porque
contribuirá hasta el último momento a la construcción del mundo.
- Dichoso el anciano que se mantiene optimista, porque no tendrá la
sensación de haber desperdiciado su vida.
- Dichoso el anciano que se acerca al sufrimiento de los demás, porque
nunca carecerá de compañía.
- Dichoso el anciano que no fomenta el egoísmo de vivir buscando sus
seguridades, porque las encontrará cubiertas todas por añadidura.
- Dichoso el anciano que viviendo su pobreza siembra alegría a su
alrededor, porque conocerá el gozo de vivir.
- Dichoso el anciano que acepta con mirada confiada y serena sus
limitaciones, porque descubrirá la felicidad de su sencillez.
- Dichosos y felices todos los ancianos que, encontrándose solos y
abandonados, continúan amando porque se sentirán amados por Dios.
Después de haber escuchado
este cántico del anciano y confiando en que el Señor nos va a indicar el camino
a seguir para que nuestros mayores lleven una vida plena, nos despedimos
diciendo: Te adoramos Señor Jesucristo…
Canción: Sois la sal.