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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 04/02/2016

ESCUELA DE ORACIÓN
            Reunidos de nuevo como cada Jueves, esta semana traemos a la oración, además de nuestras fatigas y desvelos,la vida y los acontecimientos que bullen a nuestro alrededor. También nos hacemos eco de la clausura del Año de la Vida Consagrada que bajo el lema, “La vida consagrada, profecía de la misericordia, llega a su fin coincidiendo con la fiesta litúrgica de la Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén.
            Daremos gracias por todos aquellos cristianos que han sido llamados a una vida de especial consagración, habiendo hecho una opción de entrega generosa por el Reino y pediremos que en este Año Santo de la Misericordia, sean testigos infatigables de ese Amor que el mundo olvida y que, tanto necesita.
            También nos hacemos eco de la convocatoria del Papa para que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» y para hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio.
            Tomamos como modelo a María, quien, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas y con la bondad generosa, fiel y compasiva que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.

Con Francisco comenzamos diciendo: "OH ALTO Y GLORIOSO DIOS....

SALMO: 62  El alma sedienta de Dios
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
  mi alma está sedienta de ti;
  mi carne tiene ansia de ti,
  como tierra reseca, agostada, sin agua.
 ¡Cómo te contemplaba en el santuario
  viendo tu fuerza y tu gloria!
  Tu gracia vale más que la vida,
  te alabarán mis labios.
 Toda mi vida te bendeciré
  y alzaré las manos invocándote.
  Me saciaré como de enjundia y de manteca,
  y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
  y velando medito en ti,
  porque fuiste mi auxilio,
  y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
  mi alma está unida a ti,
  y tu diestra me sostiene.

Año de la Vi­da Con­sa­gra­da: pun­to y se­gui­do
            El 2 de fe­bre­ro se ha clau­su­rado el Año de la Vi­da Con­sa­gra­da, que ha su­pues­to un mo­men­to im­por­tan­te del pon­ti­fi­ca­do de Fran­cis­co. Para la Iglesia y para las personas que han abrazado esta peculiar forma de seguir a Cristo, el final de este año de gracia es, ni más ni menos, un gozoso y memorable punto y seguido.
            Después de un complejo y nunca del todo terminado proceso de renovación, celebrar este señalado año para la vida consagrada ha supuesto una forma de tomarse el pulso y hacer cierta puesta a punto para seguir caminando con sensato realismo y renovada ilusión.
«Mirar al pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrirse al futuro con esperanza» fueron los tres objetivos marcados por el propio Francisco en su carta apostólica a los consagrados al comienzo de este año especial. La vuelta a lo esencial del seguimiento y la llamada a una constante conversión están en sintonía con la propia naturaleza de la vida consagrada. En esa tensión entre la vuelta al Evangelio y la adaptación a las cambiantes condiciones de los tiempos se juega la vida consagrada siempre su renovación.
            En la carta apostólica el Papa Francisco manifestó cinco deseos o proyectos para el caminar de la vida consagrada.
-El primero de los horizontes es el de manifestar la razón de la verdadera alegría, que es consecuencia de una vida llena de Dios y de verdadera fraternidad. Cuando la vida trans- parenta la alegría de servir a Dios y a los hermanos, la vida consagrada se convierte en fecunda.
-El segundo deseo es que estas personas sean capaces de despertar al mundo con una vida evangélicamente propositiva y proféticamente misionera, capaz de vivir siempre la lógica del don, manteniendo vivas las utopías y, sobre todo, defendiendo de forma innegociable la causa del Evangelio y de los pobres, no rindiendo cuentas sino solamente a Dios. Las personas consagradas han de ser luminosos testigos de que otro mundo es posible.
-El tercero de los deseos es que sean capaces de hacer realidad esa «espiritualidad de la comunión» tan deseada y necesaria siempre en la Iglesia, que es germen de paz para toda la humanidad. Quienes son por vocación «expertos en comunión» han de comprometerse especialmente en querer hacerla realidad en todos los ámbitos de la Iglesia.
-Que la vida consagrada no se encierre y supere las tentaciones de repliegue sobre sí misma y se dirija a las periferias existenciales
-Que ese salir sea siempre un salir desde un estar atentos a las necesidades del mundo y de la Iglesia, manteniendo siempre la pregunta por lo que Dios y la humanidad le piden hoy.
            Francisco nos ha invitado en este Año especial a dar pasos audaces desde la confianza. Para ello, es necesario dejarse afectar por la profunda llamada a la conversión que lleve a las personas consagradas a vivir desde la fe y la amistad profunda con Cristo.

EVANGELIO: (Lucas 2, 22-32).
            Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu fue al templo. Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel"

SALIDA:
Haz que vivamos el Evangelio del encuentro:
ayúdanos a humanizar la tierra y a crear fraternidad,
llevando las fatigas de quien está cansado y no busca más,
la alegría de quien espera, de quien busca,
de quien custodia signos de esperanza.
Espíritu Santo, Fuego que ardes,
ilumina nuestro camino en la Iglesia y en el mundo.
Danos el coraje del anuncio del Evangelio
y la alegría del servicio en la cotidianidad de los días.
Abre nuestro espíritu a la contemplación de la belleza.
Custodia en nosotros la gratitud y la admiración por la creación,
haz que reconozcamos las maravillas que tú realizas en todo
Viviente.
María, Madre del Verbo,
vela sobre nuestra vida,
para que la alegría que recibimos de la Palabra
llene nuestra existencia, y tu invitación
a hacer lo que el Maestro dice
nos encuentre activos intérpretes en el anuncio del Reino
(Papa Francisco)